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sábado, julio 26, 2025
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Alternativas al CIE: cómo, quién y por qué

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Desde ámbitos sociales, académicos, culturales e incluso algunos políticos e institucionales se han expresado de diferentes formas las razones por las cuales los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) en España deberían de desaparecer. Pero también hay otras expresiones –que incluyen a sectores policiales, institucionales de derechos humanos y judiciales– que, sin exigir su cierre, sí ven necesario que se lleven a cabo profundos cambios a fin de asegurar condiciones dignas a las personas extranjeras que son llevadas a esos lugares por contravenir una ley de naturaleza administrativa como lo es la Ley de Extranjería.

En lo que suelen coincidir todas esas referencias y análisis informados, del sector que sea, es en que los CIE son lugares en los que la vulneración de los derechos humanos de las personas extranjeras es una innegable realidad. También se coincide en hacer esos reclamos y exigencias al gobierno de España, pero bien vale preguntarse… ¿Y el Poder Judicial, qué está haciendo? ¿Y desde el Congreso, qué se está haciendo para cambiar esa situación?

No hay duda alguna que es el gobierno por medio de sus diferentes órganos el que ejecuta los contenidos de la Ley de Extranjería. Pero no se debe olvidar que son los jueces de instrucción quienes deciden si una persona entra o no en un CIE. Es desde el Congreso donde se puede modificar la referida Ley para hacerla menos represiva y más acorde con la protección de los derechos humanos.

Bajo ese panorama, por ejemplo, si en el año 2009 no se expulsaba al 49% de personas que habían sido privadas de libertad en los CIE, en 2014 el porcentaje llegó al 53% y en el 2015 no se expulsó al 57,2%. ¿Por qué las autoridades de extranjería no piden la aplicación de medidas que no afecten la libertad personal? ¿Por qué los jueces autorizan internamientos cuando se pueden aplicar medidas alternativas?

Para dar una respuesta a esas preguntas, se podría decir que eso ocurre porque las medidas que prevé el artículo 61 de la Ley de Extranjería –presentación periódica ante las autoridades competentes; residencia obligatoria en determinado lugar; retirada del pasaporte o documento acreditativo de su nacionalidad, previa entrega al interesado del resguardo acreditativo de tal medida; cualquier otra medida cautelar que el juez estime adecuada y suficiente– no están reguladas en ninguna parte de la Ley, ni en los reglamentos de ésta o en uno especial.

Si esa es la respuesta que se quiere tener por válida, entonces ¿por qué desde el Congreso no se han regulado en Ley al menos esas medidas alternativas? ¿Por qué desde el gobierno no se han reglamentado esas medidas? ¿Por qué desde el poder judicial no se ha intentado crear doctrina a partir de esa facultad que le da la Ley a los jueces?

En España parece claro que el problema no es que no hay medidas alternativas a los CIE, aunque podría haber más y mejores, porque eso siempre es posible. Parte del problema está en que sólo los CIE tienen una regulación ampliada en la Ley de Extranjería (artículo 62 a 62 sexies) y sólo estos tienen un Reglamento de funcionamiento. Las demás medidas únicamente están enumeradas en la Ley y en el Reglamento de ésta, sin más, por lo que su implementación en cuanto a sus modalidades, duración, vigilancia, etc., no están presentes en ningún lado y, tal vez por eso, no se ponen en práctica, al quedar toda la responsabilidad en el criterio y discrecionalidad de la autoridad administrativa o judicial que tenga el valor y buena voluntad de ponerlas en funcionamiento.

Ante eso, parece claro que lo mejor para evitar, o al menos reducir al máximo cualquier resquicio de arbitrariedad en su implementación, sería que desde el Congreso se presentaran iniciativas legislativas para regularlas de manera clara y sean una alternativa real (sin margen para pretexto) a la privación de libertad y demás vulneraciones de derechos humanos que representan los CIE.

No queremos quitar responsabilidad al Gobierno y al Poder Judicial, que como se ha señalado mucho pueden y deben hacer. También valdría que Pablo Iglesias, Alberto Garzón o Gabriel Rufián, como caras visibles de los grupos parlamentarios que desde el Congreso han expresado su rechazo a los CIE, den un paso más allá de los medios parlamentarios de control al Gobierno y presenten propuestas legislativas que desarrollen, al menos, las alternativas enumeradas en la Ley de Extranjería.

Por ahora, una vez más, sólo desde la sociedad civil se continúa construyendo una línea alternativa de lucha por el cierre de los CIE y la derogación de la Ley de Extranjería. Así por ejemplo, SOS Racisme Catalunya ha venido trabajando una estrategia que, teniendo como objetivo final la desaparición de ambos, busca más alternativas que siendo compatibles con los derechos humanos y la no discriminación, se puedan implementar de forma inmediata para erradicar las consecuencias personales que generan y (re)demostrar su sin sentido.

De lo que no hay duda es que una de las mejores formas que existen para desmantelar los CIE es minándolos por medio de la puesta en marcha de medidas alternativas a éstos. Si en verdad el objetivo es cerrarlos, se debe empezar con acciones como ésta, que pueden parecer moderadas o que no atacan de un solo movimiento el objetivo último, pero que sin duda pueden ser más eficientes que sólo los discursos. ¿Quién da el primer paso?

8 de Marzo, el clamor del movimiento feminista

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Las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer han llevado a las calles a miles de personas en toda España. Esta manifestación se suma al parón de empleo, cuidados y consumo que se ha producido en 57 países de todo el mundo entre las 12 y 12:30 h de la mañana para para denunciar la desigualdad de la mujer frente al hombre en la sociedad actual.

El Congreso también ha parado, decenas de parlamentarias de Unidos Podemos, ERC Compromís y otras formaciones han parado su actividad y se han agolpado en la puerta del hemiciclo. Este parón ha tenido una ausencia destacable y ha sido la de la actual ministra de Igualdad, Dolors Montserrat, quien ha decidido no secundar este paro.

“si nuestra vida no vale, produzcan sin nosotras, si nos están matando diariamente en todos los países y no pasa nada, si la brecha salarial aumenta y no pasa nada, si hay violencia contra la mujer y no pasa nada, nosotras paramos y produzcan sin nosotras, pero si paramos nosotras, el mundo se para”, dijo Inés Gutiérrez de la Comisión 8 de Marzo del movimiento feminista de Madrid.

La manifestación ha sido un gran éxito que ha supuesto un paso más adelante para construir una nueva sociedad reflejo de una nueva manera de estar en el mundo, en conexión. Es la vivencia y el registro personal lo que muestra este propósito humanizador que ya esta entre la gente.

(Video de Juan Carlos Marín, Pepi Muñoz)

MOMENTOS

Me encanta respirar los aromas del jardín, y contemplar
como las hojas se desprenden en otoño depositándose
en el suelo para ser fertilizado.
Últimamente, viajo con una sola maleta y en su interior
llevo una golondrina de arcilla blanca, y un rosal de sueños
incumplidos.
Por las noches, contemplo como la luna blanca, sonríe
mirando el mar en calma, ella ha decidido dormir sueños
de plata.¡ Duerme el pescador y el pez cauto!!
¡Caminamos en unión del tiempo, a pesar de
alejarnos con el viento del amanecer!!
Es maravilloso contemplar, como las estrellas de plata, se
reflejan en el espejo del mar, y de forma especial, en esas
madrugadas que la almadraba está tranquila.

La tercera «Marcha por una Sanidad Digna» hoy en Málaga

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La Plataforma ‘Málaga por una Sanidad Digna’ ha convocado una nueva marcha por la sanidad para este domingo, a partir de las 12,00 horas, ante «la falta de movimiento» y la actitud «inmovilista» de la Junta de Andalucía para dar solución a las necesidades sanitarias de la provincia.

En esta tercera marcha que ya se ha convocado, se va a reclamar nuevamente a los dirigentes del actual sistema sanitario que la ciudadanía es merecedora de la sanidad que previamente paga por medio de sus impuestos. Que las intenciones de construir un nuevo y necesario hospital no es la prioridad, siendo prioritarios aspectos como la reapertura y puesta en funcionamiento de plantas, camas, unidades de diagnostico y tratamiento y por descontado la reposición de personal, entre otros.
Como ya explicó el portavoz del colectivo, Jonathan Andrades, los motivos de convocar la que sería ya la tercera marcha por la sanidad en Málaga son los mismos que las dos anteriores, criticando que la provincia sigue estando «a la cola» en ratios sanitarias como las de camas o enfermeros por habitante y «donde la calidad asistencial deja mucho que desear, poniendo, incluso, en riesgo la vida de las personas».

Bernie Sanders: “Perder la esperanza no es una opción”

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Cuando Donald Trump pronunció hace diez días su discurso ante el Congreso ateniéndose por primera vez con esmero al teleprompter, los medios de comunicación lo alabaron por el tono estadista y presidencial. Una persona sentada en primera fila y a solo unos metros de Trump no pensaba lo mismo.

Con cada frase, Bernie Sanders, de 75 años, se horrorizaba un poco más. Hasta que Trump empezó a hablar sobre el medio ambiente y el senador independiente por Vermont casi estalló en una carcajada. Ese mismo día el presidente había firmado un decreto que echaba por tierra los controles federales para prevenir la contaminación de ríos y canales. Y ahora prometía a los legisladores de EEUU promover “un agua y una atmósfera libres de contaminación”.

“¡Fue de una hipocresía inaudita!”, dice Sanders, todavía sin poder contenerse. “¡Habla de proteger el agua y la atmósfera el mismo día en que firma una orden que aumentará la contaminación del agua y de la atmósfera!”.

La oficina de Sanders en el Congreso luce intacta, como si hubiera pasado sin dejar rastro el estratosférico ascenso que en 2016 lo llevó desde un relativo anonimato hasta convertirlo en un serio aspirante a la Casa Blanca. En las paredes hay colgadas pintorescas fotografías de su Estado. “Primavera en Vermont”, dice una con vacas en un monte. Además hay una estantería llena de libros con títulos del estilo Sanders, como “Never Give In” (Nunca rendirse) o “The Induced Ignorance of Power” (La ignorancia inducida del poder).

Vestido con ropa informal, Sanders entra rápidamente en su oficina. Tiene el pelo blanco despeinado y la apariencia de alguien que ha sido interrumpido mientras estudiaba muy concentrado. En cuanto empezamos a hablar, se vuelve fascinante. Queda claro en un instante por qué tanta gente sintió la llama (“feel the Bern”, un juego de palabras con el nombre del senador y la frase “feel the burn” o sentir la llama): Sanders puede sentir la intensidad de esa llama en su interior.

“Estos son tiempos muy alarmantes para la gente de EEUU y para el mundo entero. Tenemos un presidente que miente patológicamente. Trump miente todo el tiempo”. Sanders cree que las mentiras de Trump no son casuales: “Miente con el objetivo de socavar los cimientos de la democracia estadounidense”. Tomemos como ejemplo sus “feroces ataques contra los medios, cuando dice que casi todo lo que publican los principales medios de comunicación es mentira”. O cómo denigró a uno de los altos cargos judiciales nombrados por George W. Bush, llamándolo “supuesto juez”, y sus falsas afirmaciones de que cerca de cinco millones de personas votaron de manera ilegal en las elecciones.

Según Sanders, este tipo de declaraciones, que él llama “delirantes”, apuntan a que lleguemos a una sola conclusión: “Que la única persona en EEUU que representa a los estadounidenses y que dice la verdad, la única persona que hace las cosas bien es el presidente de EEUU. Eso es algo sin precedentes en la historia de este país”.

Bernie Sanders en un mitin en Iowa en las primarias demócratas en febrero de 2016.
Bernie Sanders en un mitin en Iowa en las primarias demócratas en febrero de 2016. DAVID AKE / AP

Cuando le pregunto cuál podría ser la estrategia final de Trump, Sanders se adentra en el terreno de la distopía. “Lo que él quiere es terminar siendo líder de una nación que ha dado pasos agigantados hacia el autoritarismo; una nación en la que el presidente de EEUU tiene poderes extraordinarios, muchos más de los que otorga la Constitución”.

A estas alturas de la entrevista, Sanders ya ha cogido su ritmo y dirige la conversación haciendo grandes ademanes con los brazos, golpeando las palabras con ese gruñido característico de Brooklyn mezclado con Vermont. Es imposible no sentirse cautivado por un hombre que parece tan auténtico.

Sanders ocupa un lugar prominente en el actual mapa político. En 2016 ganó 23 elecciones primarias y caucus (Hillary Clinton ganó 34) y recibió 13 millones de votos. Teniendo en cuenta las probabilidades en su contra– el poder de Clinton entre el establishment, el sesgo de los “superdelegados” que al darle el 15% de los votos al establishment del Partido Demócrata volcaron las primarias hacia ella, y los cínicos esfuerzos de la maquinaria del partido, a través de la Convención Nacional Demócrata, para debilitar su campaña y poner en duda sus habilidades como líder y sus creencias religiosas (como se supo por supuestamente filtrados por hackers rusos y difundidos por WikiLeaks)– lo conseguido no fue un pequeño logro.

Si Sanders hubiera ganado la candidatura, ¿habría derrotado a Trump? No he terminado la pregunta y ya puedo sentir el rechazo que provoca. El desagrado que expresa el lenguaje corporal de Sanders es tan aplastante que parece haber sido insultado: se le arruga la cara, se encoge de hombros y tiene el aspecto de alguien que está siendo pinchado con agujas. “No creo que esa especulación merezca la pena”, dice. “La respuesta es: ¿quién sabe? Tal vez sí, tal vez no”.

Cambiamos de tema rápidamente. Le pregunto si en la noche electoral anticipaba el resultado o si se quedó estupefacto como tantos otros cuando Trump empezó a ganar con holgura en estados del cinturón industrial como Michigan y Wisconsin (donde, por cierto, Sanders había derrotado a Clinton en las primarias y en los caucus). “No lo esperaba, pero no me sorprendió. Cuando me fui a dormir la noche anterior, pensé que Clinton podía ganar con un margen de dos o tres a uno en su favor, pero no pensaba ‘es imposible que gane Trump’. Nunca pensé eso”.

Clinton y Sanders chocan sobre sus historiales y sus propuestas en inmigración
Sanders y Clinton en un debate de las primarias demócratas. EFE

La optimista respuesta de Sanders está arraigada en su análisis crítico del capitalismo moderno que ha dejado a EEUU, junto con Reino Unido y otras importantes democracias, a merced del ataque de la derecha. Es así como relaciona a Trump con el Brexit y, a su vez, con el miedo que vive el continente europeo en vísperas de las elecciones de Francia y Alemania. Según Sanders, todo ese miedo es una manifestación muy común de los estragos de la globalización.

“Una de las razones que explican el Brexit, la victoria de Trump y el resurgimiento de los candidatos ultranacionalistas de derecha en toda Europa es el hecho de que la economía mundial ha sido muy buena para las grandes multinacionales. En más de un aspecto, eso fue algo positivo para la gente con estudios. Pero hay millones de personas en este país y en todo el mundo que han sido olvidadas”.

Le hablo a Sanders de la epifanía que experimenté en septiembre cuando vi a Trump decir frente a un grupo de multimillonarios en un salón del hotel Waldorf Astoria de Manhattan que él lograría que todos los obreros siderúrgicos recuperen sus empleos. ¿Obreros siderúrgicos? ¿Cómo diantres es posible que el Partido Demócrata, el partido de los trabajadores, haya cedido tanto terreno político para que un multimillonario (un “falso multimillonario”, me corrige Sanders con firmeza) se pueda poner de pie frente a otros multimillonarios en el hotel Waldorf y simular que es el gran defensor de los obreros siderúrgicos?

“Esa es una excelente pregunta”, dice el senador. La incomodidad se esfuma. “A lo largo de los últimos 30 o 40 años, el Partido Demócrata ha pasado de ser un partido de la clase trabajadora (trabajadores blancos, negros e inmigrantes) a ser un partido marcadamente controlado por una élite progresista que se ha distanciado enormemente de las necesidades de las familias de clase trabajadora de este país”.

Sanders continúa lamentándose sobre lo que él ve como una dicotomía innecesaria entre la identidad política elegida por esas élites progresistas y las raíces obreras tradicionales del movimiento, como la que representan los obreros siderúrgicos. Está tan indignado con esa falsa división que es lo que define la definición sobre sus ideas: “Solo por esa razón me considero un progresista y no un liberal” (en este caso, «liberal» en el sentido utilizado en EEUU, sinónimo de progresista del Partido Demócrata)

Le pido que desarrolle la idea. Me explica que la tendencia de la izquierda progresista a concentrarse en intereses transversales, los de género, los de raza o los de estatus (por los inmigrantes), ha hecho que deje de ver las necesidades de una clase media cada vez más pequeña y con grandes niveles de desigualdad en los ingresos. No tenía que haber sido así, dice. “La verdad es que podemos y debemos hacer ambas cosas. No es una o la otra: son las dos”.

Le pregunto si ve un patrón similar en la trayectoria del Partido Laborista británico y la cara se le empieza a arrugar de nuevo. Aparentemente, la política del Reino Unido también está en la lista de temas de discusión indeseables. “No quiero decir que sé más de lo que sé”, dice Sanders. Pero enseguida añade: “Pero obviamente estoy algo informado”.

Hay un lazo que une a Sanders con el Reino Unido y es su hermano mayor, Larry: vive en Oxford y en octubre se presentó (sin éxito) como el candidato del Partido Verde para el escaño de Witney, vacante tras la salida del ex primer ministro David Cameron. Sanders dice que su hermano es una gran influencia en su vida, aunque últimamente no hayan estado muy en contacto. “Hablamos de vez en cuando”.

Los asuntos familiares representan otro de los temas que le incomodan. Sanders también es reacio a hablar sobre Jeremy Corbyn. “No estoy al día con el tema”, dice para esquivar una pregunta acerca del duro momento que está pasando el líder del Partido Laborista.

Pero con gusto hace una broma implícita sobre Tony Blair y el Nuevo Laborismo, en la que sugiere que cayó en el mismo pozo en el que se encuentra el actual Partido Demócrata de EEUU. “Corbyn estableció que hay una enorme brecha entre los líderes del laborismo y las bases del partido. Lo dejó bien claro. Los dirigentes del partido tienen que darse cuenta en qué lugar están la clase trabajadora y los jóvenes del Reino Unido”.

La charla empieza a tomar un giro un poco deprimente. Gran parte de la izquierda moderna se ha separado de la clase trabajadora; el vacío reinante ha dado lugar a su vez a escenas como la del Waldorf, donde los obreros siderúrgicos piden por su salvación a los (falsos) multimillonarios. En la refriega resultante ascienden Trump, el Brexit y la extrema derecha, lanzando al abismo a las democracias más importantes del mundo.

Afortunadamente, no es el fin del relato. Sanders es una persona con demasiada determinación y compromiso con su propia forma de ver la vida como para dejarnos perdidos en una niebla distópica. Y con razón: Sanders sigue siendo una fuerza importante a la que tener en cuenta. Nadie debería cometer el error de pensar que está acabado, aunque estos días no forme parte del debate público como solía hacerlo cuando estaba en el pico máximo de su batalla con Clinton.

Técnicamente todavía es independiente, pero Sanders está haciendo presión para reformar las normas internas del Partido Demócrata: dar más poder a los votantes y quitárselo a los dirigentes para, según dice, reducir la brecha entre la élite progresista y la clase trabajadora. El senador también sigue usando la fuerza de su activismo de base para empujar al partido hacia una postura económica más radical, basada en regular Wall Street y en hacer que los más ricos paguen impuestos. Dice haber tenido algo de éxito: “El programa del Partido Demócrata no llega tan lejos como me gustaría pero trabajé en él con Clinton y es, de lejos, el más progresista en la historia de la política estadounidense”.

Trump elige a un férreo conservador como juez vitalicio en el Supremo de EE.UU.
Trump saluda a al juez Neil Gorsuch, su candidato para el Tribunal Supremo. EFE

En el Senado, Sanders también participa activamente en el proceso de confirmación del Gobierno de Trump. En particular, promete poner en aprietos a Neil Gorsuch, el candidato del presidente para el Tribunal Supremo de EEUU, por su postura sobre el aborto y sobre el fallo de financiación de campañas electorales conocido como “Citizen United”, que desató una gran corriente de dinero de las empresas privadas en el proceso electoral.

Gorsuch nunca ha emitido un fallo sobre el aborto pero sí ha dicho que “quitar la vida a un ser humano de manera intencional siempre está mal”. Sobre la financiación de las campañas electorales, el juez dio a entender que abriría el proceso político para permitir la llegada de aún más capital privado.

Le pregunto a Sanders por qué no piensa ir más lejos en lo relativo a Gorsuch. ¿Por qué no seguir el ejemplo de los republicanos y decir simplemente que no? Después de todo, ellos ni siquiera consideraron al candidato de Obama para el Tribunal Supremo, Merrick Garland. Así fue como robaron, de hecho, un puesto que correspondía a los demócratas. “Hay que buscar las razones para decir que no. Uno no dice: ‘Voy a votar que no incluso antes de saber quién es el candidato’”, responde Sanders.

–Pero eso es lo que hicieron los republicanos…

–Creo que es más efectivo dar un motivo racional.

Pero el verdadero trabajo de Sanders y de la resistencia empieza cuando se apagan las luces de su oficina en el Senado, cuando deja atrás las peleas de Washington y lleva su estilo de populismo progresista al corazón de EEUU. Lo que hace pasa mayormente inadvertido. No lo hace a escondidas pero sí discretamente, sin hacer mucho ruido. Pero lo está haciendo y el objetivo es evidente: reconstruir el movimiento progresista desde abajo.

Tiene reminiscencias del Tea Party, el perturbador grupo de base de la derecha que en sólo dos años desestabilizó la presidencia de Obama y sentó las bases para todo lo que estamos viendo hoy. ¿De eso se trata? ¿Eso es lo que hace Sanders mientras viaja por todo el país, asiste a mítines, habla a las legiones de sus todavía fervientes y jóvenes seguidores y los alienta a resistir? ¿Está sentando las bases de un Tea Party progresista, como han pedido tantas personas influyentes y como pide la guía de resistencia Indivisible escrita por tres exasesores del Congreso?

Como era de esperar, Sanders no está de acuerdo con esa idea. Pero mucho de lo que está haciendo, amplificado por la red que surgió de su campaña presidencial, Our Revolution (Nuestra Revolución), sigue pasos similares: empieza a nivel local y luego lleva el debate a una postura más radical. Ganar una elección primaria por vez.

“Mi trabajo es aumentar considerablemente la cantidad de gente que participa en el proceso político. Hemos tenido bastante éxito en ese sentido, logramos que cada vez más personas se presenten como candidatos. Me estoy centrando en eso”.

Este es el momento en el que un rayo de luz atraviesa la oscuridad: Sanders está convencido de que la resistencia ya está funcionando. En un vídeo de 14 minutos publicado en Facebook Live inmediatamente después del discurso de Trump ante el Congreso, Sanders llegó incluso a decir que los republicanos estaban a la defensiva.

¿A la defensiva? ¿En serio? Parece una afirmación audaz, dada la oleada diaria de decretos presidenciales y la hoguera de regulaciones que procede de la Casa Blanca. Sanders lo demuestra con Trump y el tan promocionado plan de los republicanos para desechar el Obamacare (la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible): “Bueno, sucedió algo gracioso. Millones de personas se involucraron activamente y dijeron: ‘Disculpe, si quiere mejorar la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, hagámoslo, pero no va a derogarla sin más y mandar a 20 millones de personas a la calle sin ninguna cobertura médica. Ahora los republicanos han quedado en una situación difícil, están avergonzados, y eso me dice que, en ese aspecto, están a la defensiva”.

Sanders pone otro ejemplo aún más evidente. Durante las últimas semanas, los líderes republicanos que organizan reuniones en sus circunscripciones por todo el país han sido abordados por manifestantes enfurecidos, con pancartas en oposición a la derogación del Obamacare. En algunos casos ha tenido que intervenir la policía. Tras los airados encuentros, los líderes conservadores exigieron más seguridad para esas reuniones.

Para Sanders, el significado es claro: “Cuando los republicanos literalmente tienen miedo de asistir a reuniones públicas, algunos argumentan: ‘¡Ay, Dios mío, tenemos miedo por cuestiones de seguridad!’, siento que es porque saben que los estadounidenses están preparados para luchar”.

Esa es la característica clásica de Bernie Sanders: levantarse y luchar. Y eso nos lleva de nuevo al dilema original: cómo responder a la amenaza autoritaria de Trump. ¿Qué consejo daría Sanders a los jóvenes veinteañeros que tienen miedo y sienten que su país está contra ellos? ¿Qué deberían hacer?

“Esto es lo que deberían hacer”, dice Sanders, encendiendo su llama interior. “Reflexionar profundamente acerca de la historia de este país, entender sin ninguna duda que estos son tiempos muy difíciles y aterradores. Pero también entender que en tiempos de crisis lo que ha pasado una y otra vez es que la gente se ha levantado y ha luchado. Perder la esperanza no es una opción”.

Teresa Rodríguez aboga por que Podemos ofrezca «alternativas de gobierno» en Andalucía a «reivindicaciones de la calle»

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La coordinadora de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, ha opinado este sábado que la sociedad andaluza camina hacia «un nuevo ciclo de movilizaciones y participación ciudadana», en el que Podemos tiene «el reto de plantear alternativas de gobierno que respondan a las reivindicaciones de la calle», con propuestas para «una salida a la crisis en clave de igualdad y justicia».

Teresa Rodríguez ha encabezado este sábado una nueva reunión del Consejo Ciudadano de Podemos en Andalucía, marco en el que ha expuesto que a su juicio, Andalucía afronta «un nuevo ciclo de movilización y participación ciudadana». En ese sentido, ha recordado «la gran movilización del 28F, las movilizaciones de la sanidad, las protestas de los estibadores, las manifestaciones en defensa de las pensiones públicas ante la nueva reforma en ciernes, las movilizaciones de la educación de esta semana y las recientes por el 8 de marzo».

Tales movilizaciones, según razona, implican «tareas» para Podemos como organización política, pues las protestas «marcan para Podemos el reto de plantear alternativas de gobierno que respondan a las reivindicaciones de la calle».

«La crisis remite por la vía de la precariedad para la mayoría social, con los recortes de los derechos que considerábamos consolidados desde hacía décadas», ha expuesto Teresa Rodríguez, quien defiende que Podemos debe ofrecer a la sociedad «una salida a la crisis en clave de igualdad y justicia».

«El PSOE (andaluz) no acaba de dar estabilidad a su gobierno si no es por la vía de eliminar capacidades de la Administración para los servicios públicos, y Ciudadanos hace permanentemente de lobby del empresariado, lobby del IBEX 35 y de las grandes fortunas, para reducir los impuestos sobre la riqueza. A nosotros nos toca compensar por la vía de ser el lobby de la ciudadanía, el lobby del derecho a la salud, a la educación, al trabajo digno y a los derechos de las mujeres», ha enfatizado.

NOTAS

Entre nubes de oro y nácar sueles esconderte, y la voz
perdida en el viento se escucha ya…
El mundo, te dará cuanto contiene y tuyo será. Siento
que no es nada nuevo lo que digo, el tema es viejo y la
palabra rancia, también está trillado el camino por el que
ando ahora…¡Caminar por el, es todo arrogancia!!.
Tú, la hoguera del sol alimentas, vistes el cielo de azul,
coronas la aurora de luz, música al río das y aromas a
las olas del mar.
¡Vano es llorar a la juventud perdida, y vano es buscar
remedios a nuestros daños lejanos!!.
Haz que tus ojos peleen con la llama del crepúsculo,
mientras las hojas se desvanecen en el agua de tu alma.

Málaga es líder en sanciones a través de radares, pero ¿sirven los radares para prevenir los accidentes? o son meros instrumentos de recaudación?

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Málaga sigue siendo la provincia líder en sanciones a través de radares fijos a nivel nacional. El último informe de la AEA (asociación Automovilistas Europeos Asociados) lo constata con los datos de la Dirección General de Tráfico.

Según el informe, el puesto número dos en el ránking absoluto de multas por cinemómetros en España es para el situado justo antes del falso túnel de Carlos Haya, en la Ronda Oeste (MA-20), (limitado a 80 km/h) que el año pasado cosechó algo más de 36.000 fotos

En el puesto número 6 aparece un clásico: el radar del kilómetro 256,7, entre Rincón de la Victoria y Torre de Benagalbón, también limitado a 80 km/h. Este captó 28.537 infracciones, casi el doble que el año anterior.

El tercero ocupa la posición número once, y es control de velocidad de la Ronda Este en el túnel de Cerrado de Calderón. En este caso, la tendencia ha ido a la inversa: en el último ejercicio captó a 24.790 vehículos, casi la mitad que en 2015.

El estudio de la asociación AEA destaca entre sus conclusiones que siete de los 25 radares más activos de 2015 dejaron de funcionar el año pasado. Tal es el caso del situado en el kilómetro 18,2 de la A-6, en Madrid, que en 2015 figuraba como el más activo de España, con 68.616 denuncias. Y de uno de los radares de tramo de la carretera de Las Pedrizas (A-45), situado en el kilómetro 128,7, que hace dos años era uno de los ‘top ten’ y formuló 58.493.

A la vista del importante número de denuncias formuladas por exceso de velocidad, la ubicación mayoritaria de los controles en autopistas y autovías y la repetición de los radares más activos, AEA considera que la DGT debería replantearse su política de radares, ya que no se está consiguiendo el objetivo de evitar los excesos de velocidad, ni los accidentes. Por lo que los radares se han convertido en «meros instrumentos de recaudación».

De hecho, la mayoría de las infracciones (68,5%) se captaron en autopistas libres y autovías; y el 3,7% en autopistas de peaje. Sin embargo, las que se localizaron en carreteras convencionales, que es donde se produce la mayoría de los accidentes de tráfico graves, sólo fueron el 27,8%.

La revolución será feminista

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El feminismo no es un movimiento social, es mucho más, es una sociedad que está moviéndose hacia el feminismo. En ese proceso, las fuerzas y lecturas que rechazan una sociedad igualitaria lanzan exabruptos y conatos propios del Medioevo; pero lejos de ser una muestra del retroceso de la sociedad hacia posturas aparentemente superadas, representan la reacción de los valores de una sociedad que se muere, pero que en su agonía, cual perro rabioso, se parapeta en la esquina lanzando mordiscos a la espera de ser derribado.

Las manifestaciones del 8 de marzo han sido masivas alrededor del mundo. En Madrid, ahí donde hace unos años se juntaban unas pocas miles de personas en una puesta en escena donde se identificaban con facilidad los bloques de partidos y colectivos políticos, en esta ocasión se han diluido entre un torbellino de iniciativas, pancartas caseras, cánticos cruzados y las calles aledañas a la manifestación tomadas por grupos de mujeres que vuelven a casa contentas y exhibiendo símbolos: la calle es suya. Sucede siempre lo mismo con aquello que es grande, que desaparece todo rastro de vanguardia y se le responde al poder con la frase que canta el Evaristo, «¿quieres identificarnos? Tienes un problema».

En el caso de Turquía, inmersa en una grave espiral represiva, las feministas han desafiado al terror de Erdogan y al de ISIS. El gobierno que ha suspendido el derecho de manifestación –desde que en 2015 las bombas de DAESH asesinaran a decenas de manifestantes en diferentes ciudades– no ha podido evitar que decenas de miles de mujeres desfilaran por las calles de Estambul, Ankara y Diyarbakir.

En Grecia, el 8 de marzo de 2016 no hubo movilizaciones, con excepción de la pequeña manifestación protagonizada por mujeres kurdas en Atenas. Las feministas griegas decidieron no convocar porque estaban completamente sobrepasadas trabajando en la llamada crisis de los refugiados. Esto les valió algunas críticas de colectivos de otros países.

En 2017, sin embargo, Grecia no sólo ha recuperado la tradicional manifestación feminista sino que las mujeres refugiadas y migrantes han ocupado un espacio central en la misma, tanto en el número de participantes como en el discurso. Tres lecciones se pueden extraer de esto. El primero, que cada contexto debe tener su proceso, sus ritmos, sus prioridades y su discurso. La uniformidad a veces no suma sino que resta. El segundo, que los feminismos son el proceso de confluencia más exitoso en casi todas las partes del mundo. El tercero, que cuando hablamos de feminismos no nos referimos sólo a la lucha de las mujeres blancas con papeles.

El feminismo es el proceso de subjetivación más expansivo y sólido que se está dando en nuestras sociedades; sin líderes, sin centralizar, sin programa, ni dirección, sin fronteras, puro rizoma. El feminismo muestra que la verdadera política es algo más ambicioso: modificar las estructuras y las formas de comprender el orden de la sociedad. El movimiento subjetivo inventa nuevos universos de referencia y modos de concebir las relaciones sociales; es la sociedad reinventándose a sí misma en su propia defensa. «La revolución será feminista o no será» rezaba la pancarta colgada en la puerta del Sol en mayo de 2011. Había quien no lo entendía, incluso la pancarta fue arrancada, pero ahora nos vamos enterando: no estaban pidiendo permiso, tampoco exigiendo tolerancia por parte del hombre que debe «tolerar» la lucha de las mujeres; estaban constatando un hecho.

Este es el siglo de las mujeres. Lo vimos en Austria donde las mujeres salvaron a su país de la extrema derecha, lo vimos en Polonia con las mujeres valientes defendiendo su derecho a decidir, lo vimos en EEUU con las mujeres defendiéndose del ataque de Trump, en Islandia haciendo huelgas contra la brecha salarial, y lo vimos en España, donde el feminismo ha sido el único movimiento capaz de derribar a un ministro.

Esto quiere decir que las posibilidades para repensar la democracia y las bases de la convivencia, no es que deban tener en cuenta la perspectiva de las mujeres, sino que el conjunto de nuestra convivencia y relación ecológica viene dada por una hegemonía feminista. No solo cambian su papel y rol en sociedad, no solo visibilizan el trabajo socio reproductivo, base y a la vez molestia de la acumulación capitalista, con ello también alteran profundamente lo que significa y representa ser hombre.

Los hombres tenemos dos opciones: defender con uñas y dientes nuestros privilegios o aceptar que es el momento de dar un paso atrás. Asumir que no vamos a ser los protagonistas es difícil para quienes estamos acostumbrados a que nuestra opinión cuente. Reconocer que somos parte del problema es duro para quienes prefieren creer que el machismo es un conjunto de comportamientos individuales de determinados hombres, en vez de una cuestión estructural. Cuanto antes lo hagamos, menos sufrimiento provocaremos. Este proceso no se da de una vez para todas, no tiene una fecha fijada en el calendario, no es solo un acontecimiento, es una sedimentación cotidiana que va drenando y mutando en nuevas prácticas, gestos tácitos y mapas mentales.

Comentaba hace unos meses el presidente de la CEOE, Juan Rosell, que la mujer es «un problema» para lograr el pleno empleo. En 2014, la que en su momento era la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica de Oriol, llegó a afirmar que prefería contratar a mujeres menores de 25 años o mayores de 45 años porque es menos probable que se queden embarazadas; quedarse embarazada es según sus propias palabras «un problema».

Pero, ¿cuál es el verdadero problema? Asumir un funcionamiento laboral que choca frontalmente con el funcionamiento de la vida. El problema es la manera en que se comprende qué define a la riqueza, a la utilidad, a lo que es o no actividad, a las prioridades, y hacer totalmente dependiente del trabajo remunerado el acceso a la condición de ciudadanía. El problema es poner por delante obtener beneficios privados a los beneficios comunes. La lucha de las mujeres representa el potencial de una contradicción fundamental del capitalismo, que no es la de trabajo proletario vs trabajo capitalista (un oxímoron), sino entre concebir la riqueza basada en el valor vs la riqueza no basada, no medida ni mediada por el gasto inmediato de tiempo de trabajo humano. Contradicción entre la centralidad de la autovalorización capitalista o la centralidad en el desarrollo de la vida, por eso el feminismo es ante todo un movimiento de vida.

La hegemonía de la política de movimiento lo impregna todo y obliga a que todos los actores tengan que moverse y posicionarse. El grado de fortalecimiento del movimiento mantiene una tensión dialéctica entre su capacidad de transformar la sociedad y la de ser transformado. El capitalismo funciona también como un cierre semiótico, esto es, busca adaptarse a los nuevos códigos y significados de tal forma que incorpora parte de sus demandas al tiempo que trata de evitar la politización de la economía. Es lo que Nancy Fraser ha calificado de «neoliberalismo progresista»; una especie de alianza entre algunas corrientes de los nuevos movimientos sociales, incluido el feminismo, y sectores de Wall Street, Silicon Valley y Hollywood. Una alianza entre la financiarización de la economía y la lectura licuada de la diversidad social y el reconocimiento a los distintos «estilos de vida».

La conocida marca de moda Christian Dior ha presentado para esta temporada de primavera 2017 una camiseta que lleva por mensaje el título del libro de la escritora Ngozi Adichie, We should all be feminists (Todos deberíamos ser feministas). Si Dior lo hace es gracias al efecto generado por el terremoto feminista, lo que ciertamente es síntoma de fortaleza, pero al mismo tiempo entraña sus riesgos; ¿Dior se come al feminismo, o el feminismo a Dior? La tensión de la lucha de clases en una camiseta. El momento es ahora. La revolución está siendo feminista.

Unión Europea, ¡otro disparate!: al cumplirse el 60 aniversario la “nueva prioridad” es ¡incrementar los gastos de seguridad y defensa!

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Los líderes actuales de la Unión Europea preparan una declaración solemne para el 60 aniversario del Tratado de Roma “en el que pasan literalmente al ataque”, publicaba “El País” en primera página en su número del 9 de marzo. La justificación la sitúan en “el Brexit –el Reino Unido sale sin haber entrado- y la llegada de Trump a la Casa Blanca”.
“Europa se declara “orgullosa de proteger sus valores y a su gente”… Y para ello, lo único que se le ocurre, en lugar de reponer la brújula ética que guió a los fundadores de Europa… en lugar de fortalecer una unión estrictamente monetaria con una unión social, política, cultural y económica… en lugar de procurar el urgente restablecimiento de un sistema multilateral eficiente, unas Naciones Unidas dotadas de los recursos humanos, técnicos y financieros que les permitan recomponer urgentemente los desperfectos producidos por los grupos plutocráticos (G7, G8, G20) con los que el tándem Reagan-Thatcher sustituyó a las Naciones Unidas en la década de los ochenta… en lugar de comunicar al mundo en el 60 aniversario que exigirían a todos los Estados miembros el cumplimiento de la excelente Carta de Derechos Fundamentales (2000)… y que no se permitiría el mínimo brote de racismo, fanatismo, prevalencia, xenofobia, raíces amargas de los conflictos del pasado… en lugar de procurar un nuevo concepto de seguridad, que incluía la puesta en marcha de una generosa ayuda al desarrollo (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y a los Acuerdos alcanzados en París en diciembre de 2015 sobre cambio climático, con el apremio necesario porque se trata de procesos potencialmente irreversibles que podrían afectar el legado intergeneracional… en lugar de situar a Europa en la vanguardia de la solidaridad y anticipación… sólo se les ocurre –“si quieres la paz prepara la guerra”- adquirir más armas y construir más muros…
Es apremiante la movilización popular antes de que sea demasiado tarde. Ahora sí, ha llegado el momento de “Nosotros, los pueblos” que tan lúcidamente estable en su primer párrafo la Carta de las Naciones Unidas. Los pueblos, la gente, tomando en sus manos las riendas del destino común.
Y, abandonando sus torres de marfil, la comunidad intelectual, científica y artística situándose decididamente en la vanguardia de la movilización presencial en el ciberespacio para los grandes clamores a los desafíos globales con decisiones que no pueden postergarse.
Todos unidos. Ha llegado el momento de que la Unión Europea sea catalizadora de la unión mundial. Que, desde Europa, se difundan pautas de comportamiento colectivo que son exigibles por primera vez en la historia.
Alcemos la voz, para la transición de la fuerza a la palabra. Delito de silencio.
malagaldia
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