Olmedas que nunca existieron, piscinas de ranas y una presa para Río Grande

El pasado 2 de diciembre salió un comunicado de la Junta de Andalucía en el que se anunciaban los Presupuestos para 2024 en la provincia de Málaga. En estos presupuestos se incluyen algunas medidas que afectan directamente al medio ambiente por valor de millones de euros. Lamentablemente, los técnicos de la Junta no destacan por su conocimiento medioambiental, como demuestran algunos hechos ya probados.

Uno de los anuncios más sangrantes es el de la “recuperación” de las olmedas en las riberas de los ríos Genal, Guadiaro, Guadalevín, Guadaiza y Río Verde. Por supuesto, el término recuperación implica que ya estuvieron previamente, cosa que es completamente falsa. Ni tienen estos ríos las características ecológicas para que puedan acoger a las olmedas ni hay ningún olmo testigo que confirme su anterior presencia. Al contrario, lo único que demuestran es una rotunda ignorancia sobre la vegetación de ribera y, lo peor de todo, es que ellos son quienes tienen que velar por la conservación de los hábitats puesto que todos estos espacios están protegidos precisamente para la conservación de sus hábitats en la Red europea Natura 2000. ¿A quiénes hemos legado la conservación de los hábitats? Todo esto más bien parece ser una excusa para utilizar un stock de olmos que tendrán en algún vivero forestal y que tienen que darles salida de cualquier manera, preparando un proyecto a medida por el ingeniero de turno. El problema de todo esto no es sólo el malgasto de dinero público sino la artificialización de los hábitats o, incluso, la destrucción de los hábitats naturales, con la consiguiente pérdida de biodiversidad. Esto contrasta con las actuaciones realizadas o admitidas por la Junta que han eliminado la vegetación de ribera en muchos ríos, poniendo a Málaga como un ejemplo nacional de destrucción de ríos.

Otro de los asuntos preocupantes que plantean estos presupuestos es el de la mejora de los hábitats para anfibios en La Fuensanta, en Sierra de las Nieves, habida cuenta del destrozo medioambiental que están realizando en los arroyos del monte Jardón, en el Valle del Genal, con unas actuaciones que son tan inútiles como absurdas, puesto que taponar los arroyos son actuaciones que están condenadas al fracaso como puede imaginar cualquiera que tenga dos dedos de luces y sepa mínimamente como funciona un arroyo. De momento esta “mejora” del hábitat para los anfibios en el monte Jardón sólo han consistido en crear piscinas para la rana común, llevándose por delante especies de plantas amenazadas.

Habría que recelar también de la propuesta de recuperar el bosque de ribera en el Río de los Caballos, en Tolox, ya que tiene una vegetación de ribera en excelente estado de conservación en buena parte de su trazado, aunque, sin conocer el proyecto, merece el beneficio de la duda, pero ya sabemos que la inteligencia no es una de las virtudes más extendida.

Igualmente preocupante es la referencia a las depuradoras del Genal, porque aparecen los pueblos agrupados en dos grupos separados por un punto y coma, como dando a entender que sólo se van a hacer dos depuradoras compartidas entre varios pueblos. Esto incumpliría el acuerdo alcanzado en 2009 por el que se instalaría en cada pueblo unas depuradoras pequeñas de bajo coste, acordes a la población de estos pequeños pueblos, una de tantas soluciones con las que se experimenta desde hace ya muchos años en el ahora extinto CENTA (aunque integrada en AMAYA). El problema que se plantea con los proyectos que agrupan depuradoras está en los desmontes que ocasionan, que pueden afectar incluso al propio cauce puesto que algunos ingenieros utilizan los cauces fluviales como un canal donde meter las tuberías bajo los mismos. Plantear a estas alturas un proyecto de dos depuradoras en el Genal incumpliendo el acuerdo alcanzado dinamitaría la cada vez más exigua credibilidad de las administraciones.

Pero la guinda del pastel de este comunicado la tenemos en el anuncio de la redacción del proyecto de la presa de Cerro Blanco, en el Río Grande, un proyecto caduco que ya fue descartado por la oposición popular y que ahora pretenden resucitar. Las gentes del lugar se organizaron de tal manera que consiguieron tumbar este proyecto, un gran hito en la historia de los colectivos sociales y de la defensa medioambiental, y parece que estos gestores de la administración no han aprendido de tamaña hazaña. Ahora argumentan que es por defensa contra las inundaciones, una excusa que no se sostiene como evidencia un caso muy cerquita, el del barrio de Campanillas, en el municipio de Málaga, cuando en enero de 2020 se inundaron las viviendas de 850 familias en la zona de El Brillante, a pesar de haberse construido la presa de Casasola para evitar justamente las inundaciones. Qué sorpresa que a pesar de haberse construido una presa para evitar inundaciones se siguen inundando las zonas aguas abajo y no parece que hayan admitido un error de gestión y depurado responsabilidades, por lo que el riesgo de inundación no se puede evitar, pese a la presa. Así es el truco de prestidigitador del gobierno de Andalucía, mientras por un lado nos embelesa con medidas de greenwashing que no benefician al medioambiente puesto que destruyen hábitats (olmedas que nunca existieron, piscinas de ranas y fontanería residual), nos distraen mientras nos cuelan la presa de Cerro Blanco. Es cierto que una presa puede hacer las delicias de algunos ingenieros funcionarios de la Junta, pero el caso de Campanillas resta toda credibilidad hacia la administración. Y que no se crean que este proyecto no será contestado, como ya ocurrió antes…