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Ecología y medio ambiente

La ceguera de la Junta de Andalucía en la conservación de los hábitats

La ceguera de la Junta de Andalucía en la conservación de los hábitats

El próximo 21 de mayo se celebra el Día Europeo de la Red Natura 2000, una red europea de espacios protegidos para la conservación de los hábitats. Lejos de esa realidad, al menos en lo que acontece en la provincia de Málaga, la conservación de los hábitats no está garantizada o, incluso, peligra, siendo una situación especialmente lesiva para los más vulnerables, como los fluviales. Y la razón no es otra que la incapacidad de la Consejería que ostenta las competencias en medio ambiente (cuyo nombre oficial es mucho más largo) en reconocer los hábitats. No tienen técnicos preparados, o no les interesa a sus responsables políticos. Los hechos hablan por sí solos.

En efecto, son innumerables los casos en los que la administración actúa por acción u omisión, directa o indirectamente, en la destrucción de los hábitats. Y cuando actúa en la conservación de los mismos, lo hace con la más que manida gestión de especies, como las “mejoras” de hábitat que consisten simplemente en repoblaciones en lugares remotos de montaña, sin peligro ni amenazas, sin estudiar el hábitat, sin atender a las causas, sin valorar lo oportuno de dichas acciones.

Algunos de los ríos protegidos destruidos recientemente por las limpiezas de cauces. Arriba izquierda: Arroyo Guadarín (Faraján). Arriba derecha: Arroyo Las Cañas (Carratraca). Abajo izquierda: Río Padrón (Estepona). Abajo derecha: Río Guadaiza (Marbella).

Y no hay un ecosistema más vulnerable y que a la vez ofrezca más información de un territorio que un río. Y los ríos de Málaga hablan muy mal de la población malagueña, y de sus gestores medioambientales. Muchos de estos ríos están protegidos, incluidos en la Red Natura 2000, por sus hábitats, por la fragilidad de sus ecosistemas. Sin embargo, son innumerables los casos en los que se producen las mal llamadas “limpiezas de cauces”, porque no limpian un río sino que arrasan con toda su vegetación que, además, es un hábitat protegido. Hasta tal punto esto es así, que la provincia se ha convertido en todo un ejemplo nacional de destrucción de ríos. Sólo en los últimos años se han producido destrozos en el Arroyo Guadarín, el Arroyo Las Cañas, Río Padrón, Río Castor, Río Pereilas, Río Real, Río Guadaiza, Río Guadalmansa, etc.; todos ellos protegidos. Y es que es tanta la información que se obtiene sobre la destrucción de los ecosistemas fluviales en esta provincia, que es normal que otras regiones utilicen dicho material para enseñar lo que no se debe hacer, tal y como hizo la Agencia Vasca del Agua en un documento sobre la inutilidad de los dragados al incorporar el caso de dos espacios malagueños: el Genal y el Arroyo Jaboneros.

Imagen extraída de La inutilidad de los dragados para contener las crecidas de los ríos (Agencia Vasca del Agua). A la izquierda, el Río Genal, y a la derecha, el Arroyo Jaboneros, ambos en la provincia de Málaga. Autor de las fotografías: Oscar Gavira.

Y a propósito del Genal, aquella imagen de una máquina allanando el río que ha sido difundida en diversos puntos de España, cuenta una historia que demuestra claramente la incapacidad de la Consejería en reconocer los hábitats, puesto que emitieron un informe en el que aseguraban que la limpieza del cauce no ocasionaba daño medioambiental. Sin embargo, debido a la denuncia que se presentó en Bruselas, no se volvieron a meter las máquinas, y allí donde no había nada, creció, de forma espontánea, un bosque de ribera. Justo aguas abajo del puente que cruza el río en el término municipal de Gaucín se yergue un bosque de ribera de medio kilómetro de longitud, que es el bosque negado por los técnicos de la Junta de Andalucía.

A la izquierda, estado del Río Genal después de la actuación de la máquina (2011). A la derecha, cuatro años después (2015) el río recupera su cauce y se desarrolla de forma espontánea un incipiente bosque de ribera.

Otro caso especialmente significativo es el del Río Chíllar, en el que la inacción de la administración ha convertido el río en un espacio masificado hasta tal punto de que la afluencia de personas ha provocado la destrucción del hábitat, con la consecuente desaparición de una especie protegida y prioritaria, Galium viridiflorum. Mientras tanto, más abajo, pero aún en pleno Parque Natural, introdujeron una tubería bajo el propio lecho del río. Esto mismo sucedió en otro río protegido, el Pereilas, y tanto en este caso como en el anterior, la administración consideró que esto es compatible con la conservación de los hábitats y que no requieren de Estudio de Impacto Ambiental. Habrá que preguntarse si, cuando tengan que realizar tareas de mantenimiento, no tendrán que levantar el cauce de nuevo o si considerarán que levantar el cauce no genera el más mínimo daño medioambiental, tal y como vienen haciendo.

A la izquierda, Galium viridiflorum, especie protegida que desapareció por la masificación del río. A la derecha, cauce del Río Chíllar tras la instalación de una tubería debajo del lecho. Esta actuación no fue denunciada por ninguno de los miles de visitantes del río.

Las fuentes y manantiales bien podrían considerarse como el hábitat más amenazado del mundo. La singularidad de su biodiversidad, la fragilidad de su hábitat y la facilidad con que pueden destruirse, lo justifican. Hay especies exclusivas de este tipo de hábitats hasta el extremo de poseer una única población circunscrita a unos pocos metros cuadrados o, incluso, menos. Y sucedió en el manantial de la Zúa, en Júzcar, que el ayuntamiento se acogió a una subvención de la Diputación para su remodelación, siendo la primera actuación de las obras la desecación completa del manantial. Se eliminó así, de un plumazo, una nueva especie de insecto antes de su descripción formal, al menos esa especie que se sepa porque todo el hábitat fue destruido. Lejos de velar por la conservación del medio ambiente, de los hábitats y de la biodiversidad, la actuación de la Consejería consistió simplemente en la legalización de aquellas obras (que no contaban con el permiso correspondiente), despreciando la colaboración de científicos de distintas universidades y demostrando que prefiere un informe con datos más propios de páginas generales como Wikipedia, antes que un artículo científico lícitamente publicado. Pero este testimonio quedó escrito por lo que la Junta de Andalucía, con esta actuación, hizo Historia… de la mala.

Manantial de la Zúa, en Júzcar, antes, durante y después de las obras que hicieron desaparecer una especie nueva de tricóptero (insecto) antes de su descripción.

Otro caso que ha hecho Historia, aunque no sea dentro de un espacio protegido, fue el de los bulbos de Muscari parviflorum en el Arraijanal, una planta amenazada que se dio a conocer a las autoridades medioambientales para proteger el espacio afectado por las obras de la academia de fútbol. Sin embargo, dichas autoridades no quisieron actuar hasta que, después de un parón de las obras, éstas se reactivaron, para lo cual iniciaron una campaña más mediática que conservacionista, con la que pretendieron llevárselos todos, unos 2000 ejemplares, para su “salvación”.  Aparte de demostrar la inacción inicial, han demostrado que las traslocaciones son una estrategia para la no conservación de los hábitats o, dicho en otras palabras, para su destrucción. Un ejemplo muy ilustrativo de destrucción medioambiental que ha trascendido las fronteras y que se ha gestado en el mismo Málaga, en el Arraijanal, y así ha quedado escrito como testimonio para otros lugares que pueden sufrir el mismo problema.

El último caso que merece la pena destacarse sobre la incapacidad de reconocer los hábitats está en el conocido Parque Natural Montes de Málaga, un espacio caracterizado por su falta de naturalidad al ser una reforestación de pino carrasco que ocupa el espacio del bosque primigenio (de encinares y alcornocales, mayoritariamente). Las razones por las que este espacio es Parque Natural merecerían estudiarse pero, en cualquier caso, no es casualidad que sea el único Parque Natural no incluido en la Red Natura 2000, porque no tiene hábitats naturales. Sin embargo, los técnicos de la Junta de Andalucía han “decidido” que allí hay hábitats protegidos, y ya han iniciado el proceso para su inclusión en la Red Natura 2000. Esta situación genera un evidente agravio comparativo hacia espacios con mucha más naturalidad, como la Sierra de Mijas o la Sierra Alpujata, con especies endémicas y amenazadas, como demuestra el hecho de que este autor descubrió en este último lugar dos especies nuevas para la Ciencia: Nevrorthus reconditus y Galatella malacitana. La diferencia ente la Sierra de Mijas y los Montes de Málaga es que la primera está amenazada por las canteras y los segundos no.

Es por ello que el proyecto de Parque Nacional para Sierra de las Nieves es un premio no merecido para quienes han contribuido, y contribuyen, a la destrucción medioambiental. Un proyecto de mínimos, poco o nada ambicioso, que viene a acrecentar la inflación de figuras y etiquetas de protección que ya goza este espacio, que no atiende a las amenazas reales de la conservación de la biodiversidad, y que pone un ecosistema frágil de montaña en las manos menos apropiadas y que verán, además, incrementada su capacidad de acción con unos recursos económicos acrecentados. Vista la forma con la que protegen los hábitats, el premio del Parque Nacional, no lo merecen.

Y antes de que salgan en los muchos medios de prensa y de comunicación alardeando de espacios protegidos y conservación de hábitats, conviene conocer la hipocresía que se esconde entre quienes no conocen ni lo que están gestionando, y cuya actuación es cómplice con la destrucción medioambiental, como se ha venido denunciando desde hace bastante tiempo, y que quedó plasmado, con nombres y apellidos, en el libro “Paisajes Amenazadas de Málaga: agresiones, amenazas y sus responsables” (2007). Sin embargo, todas estas actuaciones no van a pasar desapercibidas, puesto que están siendo registradas para que quede constancia, para demostrar que están haciendo Historia, de la que no se debe hacer.

Ejemplo de un hábitat bien conservado: Río Genal.

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