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Ecología y medio ambiente

Después del incendio de Sierra Bermeja, ¿lecciones aprendidas?

Después del incendio de Sierra Bermeja, ¿lecciones aprendidas?

Ya ha pasado más de un año del gran incendio de Sierra Bermeja, el primero en España de Sexta Generación, aunque se repitió en menor magnitud este mismo año en zonas que entonces no se quemaron. Y si hay un lugar en España en el que un incendio de Sexta Generación tendría que tener lugar, antes que cualquier otro, ese lugar tenía que ser, sin dudas, Sierra Bermeja, por varias razones: la gran masa de pinar que cubría sus laderas, que ofrecía una cantidad de combustible seco y resinoso altamente concentrada, extensa y continua; la mayor temperatura local consecuencia del tono oscuro (rojizo) de la roca (que llega a producir importantes corrientes de convección que son aprovechadas por muchas aves planeadoras), en un contexto climático ya de por sí cálido, pero incrementado aún más por los cambios que se están produciendo en los últimos años; y una orografía abrupta constituida por una roca frágil (traicionera) que dificulta las labores de extinción cuando “la mecha prende”. Hay que lamentar, en primer lugar, la pérdida de una vida humana, noble e irrepetible, que se apagó antes que el incendio que trataba de combatir.

Desde que se produjera el incendio se han vertido toda una suerte de opiniones acerca de las causas y las consecuencias, y las soluciones a aplicar. Pero, casi todas ellas, adolecen de lo mismo: el desconocimiento absoluto de la realidad de la Sierra y las peculiaridades de su ecosistema.

El más expuesto en muchos medios de comunicación ha tratado de culpar al Cambio Climático como el responsable directo de este incendio. Pero asignar un evento aislado al Cambio Climático es, como poco, arriesgado por la dificultad que entraña demostrar los eventos concretos. Esto es como el fumar, está más que demostrado que provoca cáncer, pero que una persona fume no significa que vaya a desarrollar un cáncer, y una persona que no fume tampoco está libre de padecer un cáncer, pero si observamos los datos en conjunto, hay muchos más cánceres de pulmón entre fumadores que entre no fumadores. Pues con el clima pasa igual, porque el Cambio Climático provoca un aumento de los desastres naturales (y, por lo tanto, de las muertes), pero asignar un desastre concreto al Cambio Climático es difícil. Pero, en el caso concreto de este incendio, se ha producido en un momento en el que no era normal. No es normal que haya incendios en octubre cuando este mes ha sido durante toda la vida uno de los más lluviosos del año. Tampoco es normal que en otoño se retenga durante tanto tiempo el calor del verano. Utilizando el símil del cáncer, es tentador asociar el desarrollo de un cáncer con el hábito de un fumador empedernido, porque es difícil demostrar el daño celular que produce el fumar en una persona concreta, pero al haber estudios que lo demuestran, tampoco se puede negar no haya tenido influencia. Pues con este incendio, lo mismo, no se puede negar que el Cambio Climático no haya tenido un efecto, puesto que las circunstancias no eran normales. Incendios en la sierra ha habido muchos y la sierra ha estado igual que ahora y nunca hubo un incendio de tal magnitud. Uno de los más devastadores fue el de 1995, ¿por qué entonces no fue calificado de Sexta Generación si la sierra estaba igual que ahora? Qué duda cabe de que el Cambio Climático no es responsable del origen del incendio, pero de que haya evolucionado a uno de Sexta Generación, no puede descartarse.

También se culpó a la falta de limpieza de los cortafuegos, lo cual no es del todo cierto puesto que algunos de ellos fueron denunciados por la eliminación hasta de las rocas que ofrecían un hábitat rupícola para especies amenazadas, dejándolo totalmente yermo, sin vida y, a pesar de eso, no impidió que las llamas saltaran al otro lado del cortafuegos.

En algunos cortafuegos se eliminaron hasta las rocas antes del incendio

Estos tratamientos no impidieron el avance de las llamas

No han faltado quienes han acusado a la manida falta de “limpieza” de los montes, entendiéndose por “suciedad” el poco apreciado matorral. Nada más lejos de la realidad, las zonas de mayor intensidad en las llamas se encontraban en los lugares con tanta densidad de pinos que no crecía absolutamente nada a sus pies. Así que no puede culparse al matorral de la severidad de este incendio puesto que la causa de la magnitud de las llamas estaba en el arbolado denso.

Donde la intensidad del fuego fue mayor, no había matorral ni pastizal en el sotobosque

Otras propuestas más peregrinas han pasado por la falta de diversidad de las repoblaciones y la ausencia de ganadería extensiva, como expresó públicamente COAG. Como era de esperar, la intervención de este sindicato ha sido completamente oportunista porque ignora que Sierra Bermeja no es capaz de producir pastos por la singularidad de su flora, fruto de la toxicidad de su roca. La diversidad de plantas herbáceas, sean anuales o perennes, es inusualmente baja. Poca cosa tiene que ofrecer al diente del ganado salvo para cabras y ovejas. Ni que decir tiene que debajo de un pinar denso, la cantidad de alimento que puede ofrecer es nula, por la ausencia total de vegetación.

Sobre la falta de diversidad forestal, es necesario resaltar el poco aprecio que tienen algunas personas a las extensas masas de pinar de Sierra Bermeja al considerarlas como repoblaciones porque, aunque muchas de las formaciones de pinar son repoblados, grandes extensiones no lo son porque el pinar es su vegetación natural y autóctona y la única posible. Crecen poco más que pinos porque es lo único que es capaz de soportar el rigor de su roca tóxica, y es su gran singularidad, y la que hay que proteger. Puntualmente aparece algún que otro alcornoque en enclaves muy concretos pero nunca un alcornocal. Por supuesto, el pinsapo aparece en la cumbre de Los Reales, y en el resto de cumbres y cuerdas, encinas, con una interesante introgresión con la coscoja. Un hábitat éste, el del encinar de peridotitas, que ha sido eliminado de las cumbres por las medidas de defensa contra incendios, seguramente necesarias, pero que sorprende que a estas alturas de la civilización no haya habido ningún ingeniero inteligente capaz de encontrar una solución que permita compatibilizar la defensa contra incendios y la conservación de los hábitats de cumbre.

 

Medidas de restauración

Después del incendio vinieron las medidas de restauración pero, antes que eso, una de las medidas más cacareadas, ya en el aspecto legal, el del endurecimiento de las penas para los causantes de los incendios, se ha mostrado totalmente ineficaz porque las pruebas del culpable son destruidas en el mismo incendio. Estas medidas castigadoras, instigadas por los de la mano dura, no son más que un alarde de populismo porque ya son suficientemente duras las penas de por sí, pero raramente se encuentran a los culpables, como ha sido el caso de este incendio. Sólo esa persona sabe quién es y lo que ha provocado, y pesará sobre su conciencia, si es que la tiene. Pero lo que sí está claro es que conocía muy bien el terreno y la técnica del fuego como para provocar el mayor daño posible y salir indemne, así que muy lejos quizá no esté, incluso es posible que nos lo crucemos alguna vez, aunque nunca sabremos quién ha sido.

En cuanto a las restauraciones del terreno, en principio parecía que iban bien, con la creación de fajinas para retener los sedimentos durante la escorrentía, manteniendo la madera en el lugar, lo que favorece la recuperación del suelo al aportar lentamente nutrientes con su descomposición paulatina. Al principio parecía que estaban dejando algunos árboles en pie, lo que facilita la recuperación de los ecosistemas por el conocido “efecto percha”, que consiste en la dispersión de frutos carnosos por aves al posarse en árboles y arbustos (aunque Sierra Bermeja no es un ecosistema en el que abunden las plantas de frutos carnosos, al menos, era importante para dar cobijo a las especies forestales). Pero no. Aquellos árboles que, aunque quemados, parecía que los respetaban en pie, finalmente terminaron talados, dejando indefensas a esas especies que necesitan un árbol al que subirse, muy en la línea de los que no tienen ni remota idea de hábitats ni de procesos naturales.

Tampoco se han observado, afortunadamente, las medidas más duras de los ingenieros más recalcitrantes, relativas a extensos desmontes con la intención de extraer toda la madera quemada. Se ha retirado madera, sí, y puede afectar a la regeneración del bosque por retirada de nutrientes, cierto, pero en una zona con exceso de bosque, como era la zona quemada, no es en absoluto negativo puesto que la heterogeneidad del paisaje es el mayor sinónimo de biodiversidad. Distinto es la apertura de los caminos, tratándose además de un espacio con delicada biodiversidad, especialmente de flora. Y, teniendo en cuenta el poco o nulo conocimiento que tienen estos gestores en cuanto a flora, si no se cuenta con la vigilancia de los técnicos especializados en flora, capaces son de llevarse por delante una pequeña población de una especie única de planta.

 

Y llegaron las repoblaciones

A pesar de que se hizo una interesante campaña de concienciación para retener el ímpetu reforestador de los negacionistas de la regeneración y que la Junta de Andalucía parecía estar igualmente respetando la regeneración del bosque, finalmente llegaron las reforestaciones… Los de IKEA entraron en casa sin avisar y plantaron su pie en la descarnada piel de la Sierra. Les abrió la puerta la Junta de Andalucía y trajeron bajo el brazo ¡algarrobos! Así es, un árbol que no tiene nada que ver con los ecosistemas serpentínicos ni existen algarrobales sobre peridotitas. Pero la Junta de Andalucía ha decidido que allí tiene que haber algarrobos, demostrando que nada sabe sobre ecología y que poco le importan los ecosistemas naturales, con la desfachatez de decir, además, que no se están utilizando especies no autóctonas. Una actitud, ésta, la de sentirse Dios, la de estar por encima de la Naturaleza, de someterla y anularla, que es la misma que ha convertido al mismo Parque Nacional de Sierra de las Nieves en un auténtico Jardín Nacional, donde los procesos naturales son anulados por la acción humana (con posible pérdida de especies). Antonio Pulido, el técnico forestal responsable de la artificialización del ecosistema de Sierra Bermeja, ya adelantó lo “idóneo” de introducir algarrobos en Sierra Bermeja en base a unos ejemplares existentes en una zona de la Sierra que estuvo habitada y, por lo tanto, fueron plantados, y ha adelantado lo mismo con una especie exótica: el cedro. Que la Junta de Andalucía apoye, como hace con Sierra de las Nieves, esta tematización de los espacios naturales mediante combinaciones caprichosas más propias de cualquier jardín que de un ecosistema natural, y que encima afirme que no utiliza especies no autóctonas, se mueve entre la ignorancia y el cinismo.

Campaña de concieciación sobre reforestaciones

Reforestación de IKEA

Pero no sólo IKEA ha realizado una repoblación en Sierra Bermeja sino que también la asociación ADANA ha hecho una repoblación por su cuenta. Hasta ahora, éstas son las actuaciones de reforestación conocidas en la Sierra, pero no faltan tentativas, desde Biobizz hasta el ciclista Luis Angel Maté, que prometió 100 árboles y un árbol por cada kilómetro fugado en la Vuelta a España, sin olvidar el oportunismo político del alcalde de Estepona, el que mostró su satisfacción por que no se vieran afectados los campos de golf, y que realizó multitud de eventos solidarios, llegando a crear una cuenta bancaria para recaudar fondos.

Regeneración de pinos tras el incendio

Rebrote de alcornoques después del incendio

Todas estas iniciativas son bienintencionadas pero ignoran por completo la dinámica natural porque los incendios son catástrofes, pero son catástrofes a las que la Naturaleza sabe reponerse. Y la regeneración tras el incendio de Sierra Bermeja ya ha comenzado e, incluso, en las zonas de mayor intensidad del incendio puede observarse regeneración natural del pinar. Toda la Sierra está en proceso de recuperación y no necesita repoblaciones innecesarias. Y, en el caso de que alguna zona no se regenere, es hasta beneficioso porque se aumenta la biodiversidad. Hay que insistir en que, muy probablemente, muchas de las zonas de denso pinar lo fueran por regeneración natural tras un anterior incendio, en el que los pinos crecen en gran densidad y con la misma edad, por lo cual puede confundirse con una repoblación artificial.

Recientemente, la Junta de Andalucía ha anunciado una repoblación con pinsapos en Los Reales de Sierra Bermeja, con 10.000 pinsapos, nada menos. En principio, es una acción importante y muy necesaria porque el pinsapo, que sí habita la cumbre de Los Reales, es de las pocas plantas mediterráneas que no tienen capacidad de regeneración después del fuego, ni por rebrote ni por semillas. Lo que no se entiende es que, después del anuncio de la Junta, aparezca el catedrático de la Universidad de Granada y miembro de la Plataforma Sierra Bermeja Parque Nacional, José Gómez Zotano, a reclamar que se reforesten con pinsapos Los Reales de Sierra Bermeja.

Pinsapar de Los Reales de Sierra Bermeja

Sin embargo, esta repoblación entraña un peligro no bien conocido porque la población de Sierra Bermeja es una de las más originales. El ilustre doctor ingeniero de montes Diodoro Soto, con una gran inteligencia y con métodos sencillos, aunque no menos rigurosos, ya la reconoció como una población diferente, otorgándole la categoría de variedad, una variedad exclusiva de las peridotitas a la que denominó como bermexa. El problema está en que la inteligencia no es una virtud muy extendida, más aún en una Consejería que adolece de las peores consecuencias del Principio de Peter. El riesgo está en que se utilicen ejemplares no nativos de Los Reales de Sierra Bermeja para completar la repoblación de los 10.000 pinsapos, eliminando la originalidad de esta población por erosión genética, llevando al pinsapo a su total domesticación, con una pérdida total de su diversidad genética poblacional, y convirtiendo a Los Reales en una zona ajardinada adornada con abetos, en lugar de un espacio natural protegido.

Variabilidad morfológica del pinsapo (por D. Soto, 1998)

 

Medidas de gestión

A pesar de todo, las medidas de restauración que se están llevando a cabo en Sierra Bermeja no son de las peores, comparadas con las de otras zonas incendiadas. Además de que el rigor químico de la peridotita echará por tierra muchas de estas soluciones intervencionistas que se están aplicando. Sin embargo, el problema está en la enorme sensibilidad ecológica del lugar, con multitud de especies endémicas y amenazadas, algunas aún no descritas porque continuamente se siguen descubriendo especies nuevas, y muchas de estas intervenciones pueden eliminar algunas de estas especies, y la Junta ha mostrado en numerosas ocasiones poca sensibilidad en conservarlas.

Por último, los incendios de Sierra Bermeja, y todos los acaecidos en la Península Ibérica en este año, nos debería replantearnos la gestión de nuestros montes porque el Cambio Climático está mostrando su cara más dura y la situación va a empeorar. La intensidad del fuego en Sierra Bermeja se produjo en las zonas con mayor densidad de arbolado, por lo que éste es sobre el que habría que actuar. Los bosques tienen encanto, pero están mitificados al extremo, ya que ni son la joya de la biodiversidad (son de los ecosistemas naturales con menor biodiversidad, al menos en el mundo Mediterráneo), ni son originales (muchos o la mayoría aparecieron tras la extinción de la megafauna por la expansión del Homo sapiens), ni recargan los acuíferos (al menos en clima mediterráneo, por los procesos de interceptación y transpiración vegetal, por lo que tienen el efecto contrario), ni son sumideros de carbono (los árboles mueren, en algún momento, y su madera se descompone finalmente). Sí está demostrado que ayudan a contener las escorrentías y a evitar los procesos de erosión. Ante este dilema, la FAO propuso una solución de consenso, observando que los bosques abiertos permiten combatir la erosión y no adolecen de la pérdida de recarga hídrica por interceptación y transpiración. Ésta es, quizá, la situación ideal para Sierra Bermeja, la de un pinar abierto que permite la entrada de la luz y el desarrollo del matorral, que es el hábitat más diverso y original de la Sierra, capaz de contener la erosión, reducir los incendios, permitir la recarga de acuíferos, y aumentar la resiliencia del ecosistema en un contexto de Cambio Climático. Y si el conjunto tiene heterogeneidad espacial, con pequeños bosques densos y zonas sin arbolado alguno, la biodiversidad de todo el territorio aumenta. Claro está, sabiendo la elevada capacidad colonizadora que tiene el pino, mantener esto no es tarea fácil, y supone un esfuerzo. Y quienes reclaman que se apliquen medidas forestales para prevenir incendios, ignoran que esta actividad no es rentable desde hace mucho tiempo. Antes, mucho antes, cualquier empresa forestal tenía que pagar para aprovechar la madera de un terreno concreto. Ahora, hay que pagar a una empresa forestal para que pueda utilizar esa madera y haga poco más que aglomerado con ella. Pero si ésta es la única solución posible, la de subvencionar la actividad forestal, a la larga parece una solución mucho más rentable que lamentar un incendio de grandes dimensiones, puesto que la gestión forestal no deja de ser un servicio público, independientemente de la propiedad del terreno. Ahora bien, una solución como ésta, de intervencionismo “bolivariano”, como algunos lo definen, ¿será aceptada por los neoliberales y los de la mano dura (y la mentira y la poca educación)? Difícil asunto…

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