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miércoles, diciembre 4, 2024

Recovecos

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A veces necesitas escucharlo en otra boca, arrojado desde otros labios, para darte cuenta de que tú misma, tu mente, tu corazón, han entretejido una historia inexistente, un silencio que barrunta lo innombrable ¡Engaño!

¡Sí! Esas teorías de las que tanto escribías que hablaban de adicción y de obsesión, que contaban historias sobre mentes confundidas cuyas sentidos, deseos, necesidades varias.

Momentos vividos que quieren ser perdurados en el tiempo, el no saber poner fin a un suceso acontecido, un simple hola, una mirada, un deseo desbocado que es consentido. No poder romper esa cadena, recordando momentos vividos, sentidos no fingidos, aferrándonos a ese pasado aunque sea reciente que corrompe el alma y nos desgarra el corazón.

Fluyen las lágrimas inagotables fuentes de añoranza, de anhelos en los que buscas el regreso, una muestra, un te quiero. Esperas y desesperas por una llamada, por un mensaje, aun sabiendo que nunca llegará, por qué tras ese espejo que te escondes, no hay nada más.

Reflejos de fantasmas, aquellos que abrazas para seguir viviendo, sin darte cuenta, ignorante, que es un simple alarde de cobardía.

No ver el hoy, el mañana, continuar en un pasado que sólo puede convertir tu vida en un erial, en la crónica de una muerte anunciada.

El silencio, tremendo templo maravilloso, necesitado, en el que templamos nuestros sentimientos, reflexionamos sobre nuestras emociones, a veces, lastimero, cuando en la ignorancia nos sumimos y pretendemos conocer los misterios de la vida de aquellos que se asemejan a nosotros.

Sin duda, los recovecos de nuestra piel quedan sumidos en el letargo cuando no encontramos algo que desesperadamente buscamos.

Laberintos de pasiones, de odios, de dolor, de esperanzas, sentimientos encontrados, que sólo los humanos sabemos cómo perturbar.

Incrustas en tu mente imágenes, palabras que te inducen a que un simple suspiro, un tono de voz, un lugar determinado, el perfume de una flor, te evoque aquello que deseas mantener como una parte de ti.

Se asume a veces que el silencio es la indiferencia, aunque a veces, son simples sombras que alojan miedo e impotencia. Otras son la coherencia y el sentido común. Unir puntos y vislumbrar que no hay nada más, disparidad, incongruencia entre lo que creemos ver y vemos, entre nuestra realidad que no es tal y la verídica, que sólo desde fuera como un mero espectador podemos constatar.

La incomprensión cuando un suceso importante nos desborda, hablar y escuchar, herramientas que el ser humano obvia sin darse cuenta de que son indispensables, una mente y un corazón que luchan, a veces, sólo ven cuando se entienden.

Sumidos en tinieblas, sumergidos en cúmulos que se enredan entre dudas, por el no saber y el no querer asumir aquello que ya sólo es real, si acaso llego a serlo en algún momento, en nuestra mente.

@María José Luque Fernández.

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