El Rico por primera vez no liberará a un preso en Málaga

Un error en la elección de los candidatos imposibilita cumplir una tradición del Miércoles Santo que sólo interrumpió la Guerra Civil

Desde 1759, Jesús «El Rico» ha liberado a un preso cada Miércoles Santo. Este año no será así. No había ocurrido nunca. El pasado Viernes de Dolores el Consejo de Ministros rechazaba la terna de candidatos. No se concedió ninguno de los indultos propuestos para la liberación, tras la bendición del Cristo. Se consideró inadmisibles las candidaturas de dos reos condenados por delitos de narcotráfico y la de un antiguo trabajador de la Empresa Municipal de Transportes de la ciudad, que cumple pena por estafa. Para el Gobierno no se cumplían los requisitos y, finalmente, pese a las búsquedas de candidatos a contrarreloj, se ha dado al traste con una tradición de 258 años de historia.

Tras conocerse que las candidaturas habían sido denegada y que el acto de liberación, uno de los más insignes de la Semana Santa de Málaga, corría peligro, todo el mundo se movilizó para buscar soluciones exprés. Al final, la Administración lanzó la propuesta de «liberar» a un reo con un delito menor, concediéndole un tercer grado o libertad condicional, más un permiso extraordinario mientras el expediente para el indulto se ponía en marcha. La certificación de la libertad debería llegar en el próximo Consejo de Ministros del día 21 de abril. Sin embargo, los plazos no se adecuan y la libertad tardaría, como reconoce el propio Gobierno, «mínimo un mes». «Se tarda un mes en la tramitación y se corre el riesgo de que después de celebrar el acto se vuelva a denegar el indulto», explica Antonio Martínez, hermano mayor de la cofradía de «El Rico», que esgrime este motivo para suspender este año el acto de liberación.

«La propuesta que se nos ofrece es una forma de distorsión del acto, tal y como se viene produciendo. No se cumple la puesta en libertad tras la procesión», señala Martínez, que apunta como culpables de la situación a la sección de indultos del Ministerio de Justicia. «En otras ocasiones la terna no ha sido apta para la concesión del indulto, se ha comunicado y se ha vuelto a mandar otra nueva para que hubiera un indulto», explica Martínez, quien señala que en esta ocasión no se ha procedido de esta forma y ese ha sido el problema.

El subdelegado del Gobierno en Málaga, Miguel Briones, ha apuntado en la mañana del Sábado de Pasión que se va revisar el protocolo establecido «para que esta situación no se vuelva a repetir» y ha añadido que se «va a crear una figura de interlocutor para que los plazos se cumplan». Pero hasta entonces, 2017 pasará a la historia como el año en el que «El Rico» no liberó a ningún reo y la tradición se vio emborronada. Nunca antes había pasado. Siempre que el Cristo había salido a la calle se había indultado a un preso. Sólo la Guerra Civil, donde todo quedó suspendido, y la represión republicana a los cristianos acabó con el Cristo quemado, no se liberó a nadie. Pero salvo en ese negro pasaje de la historia, nada había impedido que la libertad tomara las calles de Málaga en Miércoles Santo.

Se hace por una medida de gracia concedida por Carlos III en 1759. La historia cuenta que es porque hubo un tiempo en el que la epidemia mermó la población malagueña. En esos momentos, en la cárcel de la ciudad, que se encontraba en la Plaza de la Constitución, hubo un motín movido por la fe. Los presos escaparon, fueron a la iglesia de Santiago, para sacar a Jesús «El Rico» en procesión. Después del recorrido lo dejaron en el templo y volvieron a la cárcel.

La historia narra que regresaron todos menos uno, pero que no escapó. El devoto reo agarró la cabeza de Juan «el degollado», que sale a los pies del Cristo aún hoy, y se fue junto a un compañero enfermo de peste. El mito cuenta que aquel apestado sanó y que, con la vuelta del último preso a la prisión, la epidemia desapareció de las calles malagueñas. Fue entonces cuando el Corregidor de la ciudad lo comunicó al Rey y Carlos III concedió la pragmática de libertad, que dice: «En virtud de la pragmática real póngase en libertad un preso». Y así ha sido hasta ahora, cuando un error de la Administración rompe con la leyenda.

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