El próximo martes día 24 de enero, tres familias de Iznalloz con hijos pequeños, en paro y sin recursos, van a ser lanzadas de sus hogares a la calle por orden del juez, a iniciativa del Banco Popular que quiere quedarse con sus viviendas.
Stop Desahucios Granada estará ahí en esos momentos para impedir esa injusticia que van a cometer en connivencia jueces, bancos y policía respaldados por un Gobierno corrupto y ladrón que oprime sistemáticamente a los más débiles.
Así es como el Banco de la Iglesia, el de los curas, El Popular, aplica la justicia «divina,». Y nadie de la hipócrita institución pone el grito en el cielo. Todos callan… La familia de José y otras dos más van a ser desahuciadas, aunque ellos quieren cumplir y continuar en sus casas pagando su alquiler. Ellos tenían un contrato de alquiler acordado con la promotora, pero esta quebró y ahora el miserable Banco Popular no quiere reconocer ese contrato de alquiler y quiere echarles a la calle para quedarse con las propiedades
Por todo ello, Stop Desahucios Granada hace un llamamiento a toda la ciudadanía para que acudan a parar este desahucio. El próximo martes dia 24 a las 9:30 en calle roma 26 paremos esta injusticia.
La justicia marroquí retoma la causa contra 24 saharauis detenidos en el campamento de Gdeim Izik en 2010 acusados de la muerte de once policías.
Los presos denuncian torturas: “A cinco les han violado con botellas de cristal”, dice Hassanna Aalia, uno de los acusados y refugiado en España.
Por Juan Miguel Baquero para Desalambre
Marruecos reanuda la causa contra 24 saharauis detenidos tras los sucesos de Gdeim Izik en 2010. El Gobierno les acusa de la muerte de once agentes marroquíes. Encarcelados desde entonces, una sentencia militar –revocada– condenó a los activistas a penas desde 20 años a perpetua. La jurisdicción civil retoma el caso, discutido por numerosas organizaciones de derechos humanos. Es el juicio al “detonante de la primavera árabe”.
El Tribunal de Apelación de Salé, cerca de Rabat, juzga imputaciones por “formación de banda criminal, violencia contra la fuerza pública con resultado de muerte y mutilación de cadáveres”. El Gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), por su parte, reclama la “libertad inmediata y sin condiciones” de los presos. Y denuncia repetidas violaciones de los derechos humanos en cárceles locales y los territorios ocupados.
En su primera audiencia, el 26 de diciembre de 2016, el macrojuicio quedó pospuesto hasta su reapertura el 23 de enero de 2017. El juez permitió entonces desarrollar los alegatos de defensa y estimó la ausencia de uno de los inculpados, Mohamed el Avubi, en libertad provisional. Una jornada marcada por “momentos de tensión” y la presencia de “familiares de las víctimas, simpatizantes del independentismo saharaui, observadores internacionales y periodistas”, informaba Efe.
—¿Qué ocurriría si regresases?
—”Si vuelvo a Marruecos me espera una condena de por vida”.
Aalia fue uno de los 25 saharauis condenados por el Tribunal Militar de Rabat el 16 de febrero de 2013. Desde entonces, tres de los presos están en libertad condicional y diversas organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW) rechazaron aquellos veredictos “sin ningún tipo de pruebas” que los vinculasen con los asesinatos.
La sala ordenó repetir la causa en una jurisdicción civil. El caso busca dilucidar la implicación de los activistas en los disturbios acaecidos en el campamento instalado a pocos kilómetros de El Aaiún, capital del Sáhara Occidental ocupado por Marruecos. La protesta de Gdeim Izik es considerada por analistas como Noam Chomsky, como una de las manifestaciones iniciáticas de la denominada primavera árabe.
Del ‘Campamento de la Dignidad’ a la cárcel
Miles de manifestantes pidieron “el fin de la ocupación y el derecho inalienable a la libre determinación y la independencia”, decía la RASD en un comunicado. En el desmantelamiento de la protesta (noviembre de 2010) hubo trece muertos: once policías marroquíes y dos civiles saharauis. Fue el momento más crítico vivido en la zona desde el alto el fuego proclamado entre Marruecos y el Frente Polisario en 1991. Tierras que viven marcadas por un conflicto bélico latente.
Campamento de Gdeim Izik
Las causa abierta responde a un “juicio político”, según uno de los abogados de los activistas, Mohamed Fadel Leili. Y la anulación de “la sentencia del tribunal militar”, apunta, reafirma que “no se han justificado” las imputaciones “por asesinato y complicidad”. Las pruebas “son falsas”, subraya otro letrado, Bazaid Lehmad. Desde la defensa aseguran que el nuevo juicio puede suponer “penas mínimo de 15 años” a encarcelados que declaran “maltratos y violaciones de todo tipo por las autoridades”. Es “lo único seguro”, en palabras de Fadel Leili, “la mayoría de los detenidos dicen que fueron torturados”.
El objetivo del ‘Campamento de la Dignidad’ era “reivindicar nuestros derechos sociales, civiles y políticos”, defiende Hassanna Aalia. De la protesta, el grupo de Gdeim Izik pasó a la cárcel.
El activista afirma que la represión del campamento se realizó bajo el “silencio cómplice” del Estado español como “potencia administradora” del Sáhara. También apunta a la comunidad internacional que, según recuerda, “debería responder ante estas constantes violaciones de derechos humanos que se están cometiendo en la última colonia de África, pendiente de descolonizar”.
ElMinisterio dl Interior no ha recurrido y se confirma la firmeza dla sentencia dla AN donde se me concede el estatuto de refugiado político
“Gdeim Izik fue algo muy grande para todas las personas saharuis”, define el activista, condenado a perpetuidad. Fueron, dice, “los días más bonitos y felices de mi vida” y reclama para el grupo de Gdeim Izik la “libertad inmediata y sin condiciones”. Justo aquello que buscaban para su pueblo al tiempo que nacía la primavera árabe. “Por primera vez, nos sentimos libres en nuestro propio territorio, entre nosotros”.
En ocasiones, dudo mucho en llamar por ese nombre
al sentimiento que me tiene preocupado.
En un estado anímico, que crea incertidumbre, pero
por fortuna no se prolonga en el tiempo…
Quien de nosotros, no ha pasado en algún momento,
por las fases del remordimiento, del hastío, pero ninguna
de ellas, es tan dura como la tristeza, dado que ésta
suele envolverse en un tupido velo, resultando una
árdua tarea el librarse del mismo.
¡Una de las cosas más grave de ella, es que logra
separarte de las amistades!!.
Entiendo que para superarla, debemos sentirnos como
esa estrella perdida en la noche, pero que sigue brillando
a pesar de que nadie consiga verla.
Cada vez mas gente confía en la acupuntura y vamos conociendo a personas que han logrado perder kilos de más utilizando tratamiento de acupuntura para adelgazar y combinado con auriculoterapia e incluso con la reflexología podal, han obtenido muy buenos resultados, sobre todo para controlar la ansiedad. Y lo que es mejor, sin medicamentos, sin efectos secundarios.
La acupuntura es una terapia reconocida por ayudar a los pacientes a reducir el estrés, la ansiedad, la frustración, la depresión y en general todos aquellos factores que influyen en que una persona tenga una tendencia a comer en exceso “alimentos” que terminan llevándole a un sobrepeso.
Esto se logra mediante la inserción de las agujas, en puntos de acupuntura específicos que desencadenan la liberación de endorfínas con efectos relajantes que hace más fácil lidiar con estos factores nombrados.
La acupuntura y la auriculoterapia logran un efecto sobre la función del sistema nervioso, sistema endocrino, sistema digestivo, antojos de alimentos, y el metabolismo. Todo lo cual puede ayudar a energizar el cuerpo, maximizar la absorción de nutrientes, regular la eliminación, el control de comer en exceso, suprimir el apetito y reducir la ansiedad.
Muchos expertos recomiendan la acupuntura para adelgazar. Por otro lado, el efecto regulador que se consigue con el tratamiento, posibilita eliminar grasa sin perder músculo, de manera equilibrada y uniforme.
La acupuntura específicamente para adelgazar actúa directamente en dos puntos: normalizando el metabolismo y estimulando la energía vital, lo que permite quemar calorías y grasas en menos tiempo.
Si estás ya pensando en mejorar tu figura y tu salud anímate a probar porque además de lograrlo puedes conseguir otros beneficios como mejorar animicamente, equilibrar y aumentar tu energia vital y desintoxicar el organismo.
Dos noticias relacionadas con la nieve nos han helado la sangre en los últimos días. Ambas son dramáticas, aunque procedan de situaciones diferentes. En Penne (Italia), y a consecuencia de los recientes terremotos, un alud sepultó el precioso spa de montaña Rigopiano, en cuyo interior se encontraban más de treinta personas, entre personal y clientes del hotel. Aunque se ha conseguido rescatar a diez de ellas, se había ido perdiendo la esperanza de poder salvar al resto.
Más allá de la terrible tragedia personal, las circunstancias en las que se ha producido suscitan un interés casi cinematográfico: un entorno idílico, unos confortables interiores, familias con niños disfrutando de unas merecidas vacaciones, parejas de enamorados celebrando acaso una luna de miel, jubilados dándose unos baños termales. No sería de extrañar que Hollywood ya se hubiera puesto con el guión.
En los mismos días, la ola de frío polar que recorre Europa ha añadido más horror a las imágenes que nos llegan de los refugiados: miles de hacinados en tiendas de campaña cubiertas por la nieve en los campamentos de Moria, interminables colas de personas apenas reconocibles bajo las mantas, muertos por congelación en Grecia, Bulgaría, Turquía y, también, Italia. ¿Estarán en Hollywood manos a la obra con el guión que cuente la historia de esas familias rotas, de esos niños ateridos, de esas parejas de enamorados sin esperanza, de esos ancianos exhaustos?
Me pregunto si sentimos la misma empatía ante las víctimas del alud sobre el hotel Rigopiano y las de la ola polar sobre los campamentos de refugiados. Si me pongo en su piel, en su lugar, yo misma me identifico más fácilmente con las víctimas de Penne que con las de Moira. Nos creemos a salvo de ciertas experiencias, como seguro lo creían muchas de las personas que ahora las están padeciendo. Y no podemos creer que, si nos encontramos en circunstancias tan dramáticas, los demás vayan a abandonarnos.
Pero eso es lo que les pasa a las víctimas del centro de detención de Moria; y a las víctimas de ese traficante que abandonó en Baviera un camión donde casi mueren a veinte grados bajo cero 15 adultos y 4 niños (no se atrevían a salir a pedir auxilio); y a las víctimas atrapadas entre Hungría y Serbia; y a las víctimas a las que se negó en Belgrado el techo de un centro oficial y fueron abandonadas a la intemperie. La mayoría de ellas proceden del espanto anterior de la guerra y la violencia, y todas, del fracaso en la gestión de la ayuda por parte de la ONU y de la Unión Europea, principalmente por el cierre de muchas fronteras (que han dejado a los refugiados atrapados en los Balcanes) y por la ineficacia en el reparto de las ayudas.
Ambos organismos han recibido 90 millones de euros como presupuesto para proteger del frío a los refugiados, pero solo 15.000, de los 50.000 que esperan en Grecia –la mayoría procedentes de Siria, Irak y Afganistán–, han sido trasladados a lugares equipados para combatir las bajas temperaturas. Entre los que esperan, en vergonzosas condiciones, hay 23.700 niños y bebés en Grecia y los Balcanes, atrapados por el frío y en riesgo de enfermar e, incluso, morir por hipotermia, como ha advertido Unicef. ¿23.700 niños y bebés muertos por hipotermia en Europa? Solo escribirlo ya produce un dolor y una vergüenza insoportables.
Cuando ya casi se habían abandonado las tareas de salvamento en el hotel de Penne sepultado por el alud, dos niños fueron rescatados. Su salida a través de un angosto agujero hecho en la nieve provocó una explosión de alegría que, además, demostraba la necesidad de no perder nunca la esperanza. De hecho, se reanudaron las tareas de rescate con ánimo y fuerzas renovadas. Esa reconfortante noticia me ha hecho pensar de nuevo en los migrantes y refugiados que sobreviven bajo la nieve, en el helado hilo de esperanza que deben mantener las madres, las hermanas, los abuelos, los tíos de esos niños y bebés al borde de la hipotermia. Y en lo que se debe hacer y no se hace.
Se debe reubicar a esas personas. Se debe reunificar a las familias. Se debe apoyar a Italia y a Grecia. Se debe presionar públicamente al resto de los Estados de la UE, que deben coordinar las ayudas. Se debe solventar los graves fallos en la identificación, registro y protección de los niños. Se debe aligerar y flexibilizar los procesos burocráticos y la gestión de los expedientes de asilo. Se debe aumentar los recursos y el apoyo técnico, encarnado en funcionarios, intérpretes y mediadores. Para todo ello, se debe tener voluntad política y que los países se pongan de acuerdo en la reforma del sistema de asilo europeo.
Es lo que ya casi suplica Unicef. Para empezar a poner fin a esta película de terror. Para que nuestros corazones no sigan congelados y Europa no acabe también por morir de hipotermia moral. Para recuperar la esperanza.
11.000 millones de teléfonos móviles no podrían estar equivocados. ¿O sí? Esas son las cifras que la consultora británica Connected maneja para este año, casi el doble de dispositivos que hace 10 años. En todo este tiempo hemos descubierto una nueva adicción (la nomofobia, el miedo a salir de casa sin el móvil) y a millones de personas pendientes, permanentemente, de lo que ocurre en su otro mundo: el virtual.
Enric Puig es doctor en Filosofía por la UAB y por la École Normale Superior de Paris. También es profesor de la UOC y el autor del libro La gran adicción (Arpa Editores). Podría haberlo llamado «Ocho historias heroicas de nativos digitales», pero prefirió llevar al subtítulo ese enunciado, aunque algo más desarrollado.
Son varios relatos sobre desconectados. Ocho crónicas que demuestran que es posible vivir en un mundo sin Internet, sin WhatsApp, sin Facebook. Hay algunos que lo han logrado totalmente; otros, han conseguido limitar su acceso el máximo posible. Pero sobre todos subyace esa idea que, precisamente, es el primer paso que da pie a una adicción: el «Yo controlo». Los testimonios del libro controlan porque ya han sido adictos, ya saben lo que es beber de Internet, pasarse las horas en las redes sociales, jugando a videojuegos el día entero o intentando anunciar su negocio día y noche en la Red.
Da la impresión de que Philippe, Cristina, Katya o Jon sean personajes casi de ciencia ficción, aunque aquí está su libro para demostrar que existen. ¿Ha sido difícil encontrarlos?
Es gente que no se podía encontrar en Google. La búsqueda ha sido un proceso muy humano a través de contactos que me han puesto en contacto con más contactos, y de muchos cafés, muchas conversaciones. Sí hay bastante más gente de la que yo creía. En el momento de la redacción del libro, yo fui el primer sorprendido: siempre pensé que haría un libro de semidesconectados, que no me encontraría jamás a tanta gente que consigue cortar por lo sano.
Me estoy encontrando a muchísimas personas que sí que han optado por una especie de desintoxicación o de equilibrio digital. Y los casos que más me sorprenden son de adolescentes sobre los 18 años. Internet ya no tiene el carácter subversivo que tenía hace cinco años.
La gran adicción – Arpa Editores
¿Estas personas demonizan Internet?
Realmente no hay una valoración negativa, es decir, no hay tanto una idea de desconexión, sino más bien de «voy a reconectarme con el mundo». Tienen la sensación de que la mediatización a través de las redes nos ha llevado a una pérdida de inmediatez en la comunicación; y es gente que tiene, de alguna forma, ganas de recuperar las conversaciones cara a cara de toda la vida. Es esa idea de la reconexión, más que nada. No lo veo nunca como un aspecto negativo.
Quizá lo negativo sea estar permanentemente conectados. ¿Qué alternativas tiene una persona que quiera, por ejemplo, dejar de aparecer en Google?
Para empezar, hay que saber muy bien cuáles son las «exigencias» de Google, de cuáles no te puedes escapar y cuáles son opcionales pero a pesar de ser opcionales están puestas por defecto.
Si alguien está preocupado por su privacidad, lo que puede hacer es entrar en todas las opciones posibles de Google, Facebook, Twitter, etcétera y revisar, una por una, las opciones que tiene marcadas por defecto. Porque hay muchas cosas con las que podemos adquirir más privacidad, pero como están activadas por defecto y no perdemos el tiempo investigándolas…
A nivel de navegación, de búsqueda, hay alternativas. No uso Google. Uso DuckDuckGo, que funciona muy bien y es un buscador que no rastrea. En el móvil, deberíamos desactivar el localizador, porque si entramos en TrackGoogle la verdad es que da un poquito de miedo. Puedes ver todo tu recorrido de los últimos seis años, día a día, simplemente por llevar el móvil encima. No por utilizar Maps ni nada de eso. Puedes buscar el recorrido que hiciste un día al azar y ahí está. Muchas de estas herramientas las venden como «le estamos ofreciendo un servicio al usuario», pero la verdad, no sé hasta qué punto es útil que podamos saber la ruta que hicimos el 4 de enero de 2015, por ejemplo.
Es esa cada vez más manida frase de «cuando no pagas por el producto, el producto eres tú».
Exactamente. Lo preocupante es que muchas veces, empresas como Google se ocultan tras las buenas intenciones. Las cabezas visibles son gente que parece plagada de buenas intenciones, de intenciones sociales. El problema, sobre todo con el tema de los datos, está en la monopolización de los mismos, que es lo que están operando Google y Facebook.
¿Apps gratis a cambio de tu privacidad?
Ambas empresas han estado en el punto de mira de la Unión Europea. En el caso de la primera, tiene multitud de pliegos con cargos que van desde abuso de posición dominante hasta acusaciones de monopolio. En el caso del segundo, la polémica más reciente giró en torno al intercambio de datos de clientes entre WhatsApp y la red social. Y eso sin hablar de Max Schrems, que en 2015 consiguió anular el acuerdo de transferencia de datos entre la UE y EEUU.
Al final, que controlen, que amasen tantos datos es un poco preocupante por una cláusula contractual que dice que, en el caso de que esa empresa, por lo que fuera, sea vendida o quiebre, está en su derecho de vender toda la información que tiene. Entonces el problema es: ¿hasta qué punto se están amasando muchos datos? ¿Hasta qué punto se pueden cruzar entre ellos? ¿A manos de quién puede llegar a caer eso? Muchas veces la cuestión de la privacidad se plantea a un nivel muy teórico y la ciudadanía termina diciendo: «Bueno, es que yo no tengo ningún secreto que esconder y por lo tanto no debería preocuparme tanto». Pero es que claro, estamos ante las posibilidades de muchos futuribles posibles. Y no siempre tienen que estar plagados de buenas intenciones.
Es habitual ver en Internet esos anuncios de «comparte y ganarás este móvil» o «envía tu correo y entrarás en el sorteo de un viaje». ¿La gente no comprende que revelar sus datos en Internet vale lo mismo o más que revelar los datos de su DNI en público?
Tenemos que replantearnos la cuestión de la gratuidad en Internet, porque no es tal. Tenemos que tener en cuenta que el beneficio que las empresas obtienen y el precio que estamos pagando nosotros a nivel de pérdida de privacidad y de pérdida de muchísimas otras cosas no es banal. Por lo tanto quizá, en algunos casos, deberíamos querer que exista la opción de pagar un mínimo precio por algunos servicios a cambio de mantener nuestra privacidad.
El recientemente fallecido Zygmunt Bauman dijo que «todo es más fácil en la vida virtual, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la amistad». Hay un capítulo de la serie Black Mirror (T1E2) que también explora esta cuestión. Y otro en la última temporada. ¿Cambiamos en Internet nuestra felicidad, nuestras satisfacciones, por píxeles o por «me gustas» en una pantalla?
Lo más interesante de ese episodio [el T1E2] es que no lo considero nada futurista. Parece muy del estado presente porque en realidad lo que aparece es una especie de sustitución de los parámetros compensatorios del mundo real por unos parámetros estrictamente basados en la reciprocidad. El problema es que ya estamos viviendo eso. Estamos estableciendo un escenario en el cual la realidad, lo que entendíamos como realidad, está sustituido muchas veces por la realidad que nos generan las nuevas tecnologías. Y esas nuevas tecnologías, que es lo que muestra el capítulo, caen en una especie de bucle siempre.
Es por eso que una de las cosas que se dicen de las redes sociales sociales, y estoy muy de acuerdo, es que nunca acaban siendo completamente gratificantes; y por tanto, la relación entre deseo y placer nunca se acaba de satisfacer del todo. Es esa idea del deseo insatisfecho. En el episodio, la recompensa al final no deja de ser un engranaje más dentro del sistema y realmente no actúa como tal, porque no hay forma de salir de ahí.
Enric Puig en el CCCB
Hablando sobre la huella digital, concepto que aparece al final del libro, Internet nos obliga a cuidar nuestro lenguaje, nuestras formas o nuestras publicaciones. Quizá un día, por el mero hecho de encontrarnos en un país que no permita las fotos a plantas químicas, podríamos vernos envueltos en un problema con las autoridades. ¿Se puede evitar dejar esa huella en Internet?
[Suspira] Es complicado escapar de eso en el momento en el que estamos. Creo que, realmente, deberíamos llegar a un estado de madurez de uso de las nuevas tecnologías, y ese estado de madurez pasa por muchas cosas. Pasa por la optimización que hacemos de los dispositivos, por cómo logramos casar la realidad con la virtualidad y cómo (y este creo que es un punto importante) no nos dejamos engañar por dogmas que son completamente falsos y que nos han vendido en la era de Internet, como el multitasking y cosas de esas, que no existen.
Hay que preguntarse profundamente, hacer un análisis sobre cuáles son los límites que queremos establecer y cuál el punto para seguir salvaguardando la relación entre privacidad y publicidad. Tenemos que tener muy claro qué es privado y qué es público, y lo que es privado no lo tenemos que publicar, no tenemos que generar una huella digital. Durante mucho tiempo nos hemos olvidado de eso y se ha difuminado esa barrera entre público y privado, pero creo que estamos en un momento en el que si queremos tomarnos esa transformación en serio tenemos que empezar a pensarlo a nivel personal. Y para eso sí que no hay recetas. Cada uno tendrá ahí su vara de medir. Es un ejercicio que individualmente se tiene que hacer. Establecer los límites.
¿Qué papel jugarían las autoridades en ese proceso del que habla?
Las autoridades precisamente van en sentido inverso. A mí me da muchísimo miedo lo que están haciendo con los discursos sobre smart cities y compañía. Porque en realidad están entendiendo como servicio público, en el sentido fuerte de las palabras «servicio público», algo que en realidad no lo es, que es una empresa privada y que se quiere lucrar con una serie de comportamientos. Da miedo cuando hablan de smart cities y dejan entrever que habrá un momento en el que tú necesitarás un smartphone para coger un transporte público. Para hacer uso de según qué servicios públicos necesitarás contacto a través de empresas privadas: desde el fabricante hasta el operador.
No creo que podamos pedirles mucho a las autoridades en este sentido. Creo que el escenario actual tanto a nivel de tecnologías como a un nivel más sociopolítico nos implica repensar las micropolíticas. Y repensar las colectividades y empezar a concederles una importancia que les habíamos quitado. Una de las repercusiones de que nos planteemos la cuestión digital está en que nos reapropiemos del espacio público a través de colectivos y a través de este establecimiento de micropolíticas. A nivel de autoridades, a nivel de macropolítica, no creo que haya ninguna solución ahí.
Debemos reconocer, que algunos pensamientos
terminan alejándose para evitar sentirse olvidados.
Todos somos conscientes, que la temeridad nos
obliga a eludir ciertas responsabilidades, a pesar
de ser inadmisible.
Una buena compañía es importante, pues sirve para
encontrar un buen equilibrio emocional.
A simple vista, parece estar todo dicho, pero lo que
sucede es, que en el interior de la apariencia, menguan
los deseos,y las ilusiones, gestando actitudes inconscientes
que provienen de la propia conciencia.
En esos momentos, todo está en quietud, pero el
movimiento sigue aferrado a la fuga, destapando ese
espacio ocupado en la memoria, con la finalidad de
encontrar excusas y pretextos, en ocasiones inventados.
El partido socialista empieza a prepararse para una contienda interna con, al menos, tres candidatos. Patxi López ha sido el primero en saltar a la arena, antes incluso de que el proceso de primarias haya sido convocado por Ferraz. Los siguientes serán Susana Díaz y Pedro Sánchez.
López inició este sábado su carrera por el territorio para presentar sus ideas. Su primera parada, Portugalete. La carrera del exlehendakari se produce en un momento en el que el PSOE ha encargado al economista José Carlos Díez (afín a Susana Díaz) la redacción del programa económico con la que el PSOE pretende salir de su congreso.
En esta lucha a tres, se da la paradójica circunstancia de que la candidatura de Pedro Sánchez podría convertirse en la mejor ayuda para la presidenta andaluza, dividiendo el voto en torno a sus otros oponentes.
En el entorno de Patxi López empieza a instalarse la idea que que fue un error lanzar la candidatura de manera tan apresurada. A día de hoy es el único candidato confirmado y tiene por delante cuatro meses difíciles de llenar con discursos hasta la celebración de las primarias.
La decisión del político vasco de presentar sus credenciales a la secretaría general tuvo un primer objetivo: frenar a Pedro Sánchez. El entorno del exlehendakari confiaba en que la candidatura de López quitase a Sánchez la idea de presentar batalla. No va a ser así.
El exsecretario general del PSOE cuenta con el apoyo de multitud de militantes descontentos con la deriva de la dirección controlada por Andalucía. «Pedro es más peligroso para Susana que Patxi», asegura uno de los principales barones afines a la presidenta andaluza.
Sánchez ha elegido Sevilla como próximo destino desde el que mantener vivas sus opciones. Su menguado equipo, apoyado en las plataformas enfrentadas a la gestora, quiere dar un golpe de autoridad en el territorio de la presidenta andaluza. Los fieles de Sánchez han elegido Sevilla tras saber que Patxi López tenía previsto un acto en esa misma ciudad. El próximo 28, Sánchez se volverá a subir a un escenario sin necesidad de aclarar que se presenta a la pelea para dirigir el PSOE.
Para Díaz, mejor una batalla a tres
Susana Díaz parte con la ventaja de tener frente a ella dos candidaturas que dividirán el voto en su contra. En su entorno preocupa más una batalla a dos que la que ahora se plantea con, al menos, tres participantes.
Mientras tanto la gestora continúa su labor de dirigir la política del partido y las principales decisiones que adoptarán sus grupos parlamentarios en debates tan importantes como el presupuestario.
A la espera de que los candidatos midan sus fuerzas, la gestora continúa con el trabajo de elaborar un discurso que saltó por los aires con las peleas internas que acabaron con la dimisión del anterior secretario general.
La historia cuenta que hace algún tiempo un hombre castigó a su hija de 5 años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver regalos. Estaban muy mal de dinero y se molestó mucho cuando la niña pegó todo el papel dorado en una cajita que puso debajo del árbol de Navidad. Sin embargo, la mañana de navidad, la niña entregó a su padre la cajita envuelta con el papel dorado, diciendo:
– Esto es para ti, papá.
El padre se sintió avergonzado por haberse molestado tanto la noche anterior, pero su molestia resurgió de nuevo cuando comprobó que la caja estaba vacía, y le dijo en tono molesto:
– ¿No sabe usted, señorita, que cuando uno da un regalo debe haber algo dentro del paquete?
La niña se giró con lágrimas en los ojos y le dijo:
– Pero papi, no está vacía. Le puse besitos hasta que se llenó. El padre, entonces, conmovido, abrazó a la niña y pidió que le perdonara su horrible manera de proceder.
Un tiempo después, un accidente se llevó la vida de la niña y el padre conservó la cajita dorada junto a su cama por el resto de su vida. Cuando se sentía solo y desanimado, metía su mano en la caja y sacaba un beso imaginario de ella. En cierto sentido, todos nosotros los humanos hemos recibido una cajita dorada llena de amor incondicional y besitos de nuestros hijos, familia, amigos… No hay regalo más precioso que uno pueda recibir.
Cuando llega la visita el niño está viendo la tele. La visita se acerca al niño con la pretensión de darle un beso, pero el niño ni se inmuta, el niño no piensa apartar los ojos de la tele. ‘Es que es su programa favorito’, explican los papás. Y los cuatro adultos se quedan un momento paralizados, ridículos en su empeño de entablar algún tipo de comunicación con la criatura. La visita sonríe, dejadle, no le molestemos. Más tarde la criatura asomará la cabeza por el comedor. Viene a dar su beso de buenas noches. No está dispuesto a concederle un beso a la visita. Los padres lo disculpan, es que es tímido: cariño, dales un beso a estos amigos que te han traído un juego tan bonito. No y no. El rey de la casa se lleva a su madre secuestrada. El padre explica a la visita que sin mamá la criatura no se duerme, tiene mamitis. La visita sonríe enternecida. Al poco, la criatura exige también la presencia del padre. Papitis. El padre desaparece y la visita se queda sola, incómoda, esperando a que los padres sean liberados.
La criatura crece. Le salen granos, bigote, la nariz deja de ser chata, la mandíbula se expande, de la espalda inmensa cuelgan dos brazos que llegan hasta las rodillas. Pero la vida sigue igual. La visita llega y la criatura está tumbado en el sofá viendo la tele. Les hace un leve gesto con la cabeza. No cenará con nosotros, murmuran los padres, está pasando una época un poco retraído. La adolescencia, dice la visita, qué edad tan difícil para estos pobres. Sufren mucho.
El sufrimiento debe ir por dentro porque, por fuera, quién diría que esta desproporcionada criatura sufre. Parece satisfecho consigo mismo. Sus padres lucharon para que tuviera la autoestima alta. ¡Ah, la autoestima! Tanto la asignatura ‘Conocimiento del medio’ como la televisión autonómica se encargaron también de que pensara que vivía en el mejor de los mundos. Su mundo es pequeño. Nuestra criatura no concibe conceptos como España, y menos como Europa (¿qué es Europa al lado de mi pueblo?, piensa con orgullo). Está cerca de convertirse en un idiota. Pero en un mundo donde abundan los idiotas se siente bastante acompañado.