En un mundo donde lo inmediato y lo superficial parecen ganar terreno, llega Rodrigo Muñoz Blázquez con un poemario que se atreve a mirar de frente al amor, a la ternura, y a la fragilidad humana. Los versos que dan tus labios no es solo un título bonito: es una promesa cumplida. Una caricia hecha palabra. Un refugio para quienes aún creen —o quieren volver a creer— en la fuerza transformadora del sentimiento más antiguo del mundo.
Desde la primera página, Rodrigo nos invita a sentarnos con él en la intimidad de su universo poético, sin disfraces ni máscaras. Su voz no pretende deslumbrar con artificios; más bien, sus versos se deslizan como quien confiesa algo importante en voz baja, esperando que lo escuchemos con el corazón. Y lo logramos. Porque hay una verdad honda en cada poema: la del amor vivido, la del deseo contenido, la de la despedida inevitable, la de la esperanza que insiste en quedarse.
Uno de los mayores logros de este poemario es su capacidad para hacer que el lector sienta que cada poema le pertenece. No importa si estamos enamorados, si acabamos de romper, o si llevamos años buscando algo que no sabemos nombrar: en algún rincón del libro encontraremos una línea que nos nombra. Rodrigo escribe desde lo personal, sí, pero logra lo universal. Y eso solo lo consiguen quienes escriben desde la autenticidad.
La estructura del poemario es libre, como libre es el amor cuando se deja ser. No hay rigidez, no hay ornamentos innecesarios. Solo palabras que brotan con la honestidad de quien no teme mostrar sus heridas, pero tampoco renuncia a sus sueños. Hay versos que abrazan, versos que duelen, versos que consuelan. Todos nacen de una boca que no solo besa, sino que también se atreve a decir lo que muchos callan.
En Los versos que dan tus labios, Rodrigo no escribe desde la distancia, sino desde la cercanía. No nos observa desde un pedestal: se sienta a nuestro lado, como un amigo, como un cómplice. Nos cuenta lo que ha sentido, lo que ha perdido, lo que aún espera. Y lo hace con una sencillez desarmante, con una belleza que no grita, pero que permanece.
Este libro no es solo para quienes aman la poesía: es para quienes han amado, para quienes se han roto, para quienes buscan en las palabras un mapa de regreso a sí mismos. Porque, al final, eso es lo que hacen los buenos poemas: nos devuelven a casa, aunque no sepamos exactamente dónde queda.
Los versos que dan tus labios es un susurro en medio del ruido. Un recordatorio de que la poesía aún tiene un lugar en nuestras vidas. Y que, a veces, basta con unos labios —y la valentía de decir lo que sentimos— para escribir los versos más verdaderos.