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Los científicos vuelven a avisar del colapso que vendrá si seguimos sin reaccionar

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Corren tiempos peligrosos para el planeta Tierra

 

Publicado el 16/10/2024 por Pepe Galindo profesor UMA

Algunos de los climatólogos más importantes del momento se han unido para escribir un artículo sobre el estado del clima (Ripple et al., 2024). En el mismo título nos avisan de que corren «tiempos peligrosos en el planeta Tierra». El primer párrafo no puede ser más claro (las negritas son nuestras):

«Estamos al borde de un desastre climático irreversible. Se trata de una emergencia mundial fuera de toda duda. Gran parte del tejido de la vida en la Tierra está en peligro. Entramos en una nueva fase crítica e impredecible de la crisis climática. Durante muchos años, los científicos, entre ellos un grupo de más de 15.000, han dado la voz de alarma sobre los peligros inminentes del cambio climático provocado por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y la destrucción de los ecosistemas. Desde hace medio siglo, el calentamiento global se ha predicho correctamente incluso antes de que se observara, y no solo por científicos académicos independientes, sino también por empresas de combustibles fósiles. A pesar de estas advertencias, seguimos avanzando en la dirección equivocada; las emisiones de combustibles fósiles han aumentado hasta alcanzar máximos históricos, los 3 días más calurosos de la historia se produjeron en julio de 2024, y las políticas actuales nos encaminan hacia un calentamiento máximo de aproximadamente 2,7 °C para 2100. Trágicamente, no estamos consiguiendo evitar graves impactos, y ahora solo podemos esperar limitar la magnitud de los daños. Estamos siendo testigos de las sombrías previsiones a medida que se intensifican los impactos climáticos, provocando escenas de desastres sin precedentes en todo el mundo junto con sufrimiento humano y no humano. Nos encontramos en medio de una alteración climática abrupta, una situación calamitosa nunca antes vista en los anales de la existencia humana. Hemos llevado al planeta a unas condiciones climáticas inéditas para nosotros, que también lo serían para todos nuestros parientes prehistóricos de nuestro género, el Homo».

Estos científicos nos alertan de que si no cambiamos el rumbo, «veremos un clima mucho más extremo en los próximos años». Las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI o GHG) proceden en un 90 % de los combustibles fósiles y de los procesos industriales (empujados por cada cosa que compramos, en especial las personas más adineradas). El restante 10 % se debe, en síntesis, al cambio de uso de la tierra, principalmente por la deforestación (ganadería, agricultura, incendios, etc.).

Los autores dejan claro que, como científicos y académicos, es su «deber moral y el de nuestras instituciones alertar a la humanidad de las crecientes amenazas a las que nos enfrentamos, con la mayor claridad posible». Es muy alarmante que de 35 signos vitales planetarios que son monitorizados, 25 se encuentran en niveles récord. Entre esos indicadores están los siguientes:

– La población humana y la de ganado rumiante (que siguen ambas creciendo peligrosamente),
– El consumo de carne,
– La pérdida de fertilidad del suelo,
– La pérdida de bosques, particularmente la Amazonia (por la soja y el ganado),
– El consumo de energía (en niveles récord que impiden ver las ventajas de las renovables ni de la eficiencia energética),
– La mortalidad por calor,
– Las emisiones de CO2 y de otros GEI,
– Los subsidios a los combustibles fósiles,
– Los gobiernos que han declarado la emergencia climática (aunque luego no sean coherentes con ello),
– El nivel de CO2 en la atmósfera (en ppm),
– Las emisiones de metano (CH4) y de óxido nitroso (N2O),
– Las temperaturas de tierra y océanos,
– La acidez de los mares,
– La subida del nivel del mar,
– La cantidad de hielo ártico, antártico y en Groenlandia,
– El grosor de los glaciares,
– Los incendios y las graves inundaciones en EEUU,
– La superficie arbórea global incendiada, y los días de calor extremo.

Todos esos datos nos permiten tener una visión global de la realidad, evaluar la magnitud de los problemas, hacer previsiones y —lo más importante— proponer medidas con base científica, para que las adopten los poderes políticos. Analicemos sus conclusiones con un poco más de detalle.

Los datos deberían preocuparnos

El uso de energías renovables está creciendo. Pero los autores advierten que «gran parte de este crecimiento puede atribuirse al hecho de que las energías renovables suelen ser más baratas». Por eso, denuncian que ese incremento «ha cubierto principalmente el aumento de la demanda, en lugar de sustituir combustibles fósiles». Es decir, que las renovables no están ahorrando emisiones y solo están contribuyendo a que podamos consumir más energía. Es el llamado efecto rebote.

La pérdida bosques (por incendios, desertización, etc.) y la pérdida de hielo (por el calentamiento) son bucles de retroalimentación positiva. Es decir, perdemos árboles que dejan de almacenar carbono, lo cual aumenta el calentamiento que, a su vez, impulsa a perder más árboles. Por su parte, el hielo no captura carbono, pero sí refleja la luz solar, reduciendo el calentamiento planetario. A menos hielo, más calentamiento. Y a más calentamiento, menos hielo.

Se han encontrado al menos 28 bucles de retroalimentación amplificadores. Otro de ellos, calificado por los científicos como «especialmente preocupante» es deshielo del permafrost. Este proceso libera dióxido de carbono y metano, lo cual provoca un mayor calentamiento. Resulta especialmente inquietante que los bucles de retroalimentación aún no están plenamente integrados en los modelos climáticos. Por tanto, las consecuencias podrían ser aún peores que el escenario más desfavorable.

La preocupación crece al tener en cuenta que algunos bucles de retroalimentación climática están relacionados con puntos de inflexión (tipping points), que marcan situaciones en las que los cambios son importantes e irreversibles. Además, hay conexiones aún no muy bien conocidas. Podría ocurrir que traspasar cierto punto de inflexión hiciera que se desencadenara una cascada de efectos que rompieran otros de esos puntos críticos.

Los tres principales países emisores de GEI son China, Estados Unidos e India que, en conjunto, representan más de la mitad de las emisiones globales. No obstante, si miramos las emisiones per cápita, encontramos los países en un orden diferente (respecto a emisiones de CO2): el primero es Qatar, seguido de Bahrein, Brunei Darussalam, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Australia, Arabia Saudita, Canadá, Estados Unidos y Luxemburgo. Las emisiones ya efectuadas harán que las temperaturas sigan subiendo durante bastantes años.

Tanto la acidez como el contenido de calor de los océanos se encuentran en niveles extremos sin precedentes, lo cual ha provocado muertes masivas de animales marinos. Las masas de hielo de Groenlandia, de la Antártida y de los glaciares se encuentran en mínimos históricos. Si el mar sigue aumentando de nivel, cientos de millones de personas se convertirán en refugiadas climáticas a lo largo del presente siglo.

«Los fenómenos meteorológicos extremos y las catástrofes relacionadas con el clima están contribuyendo en gran medida al sufrimiento humano», según aseguran estos científicos. Se ha disparado la mortalidad por el calor extremo. Esa misma causa también aumenta de los costes sanitarios, los problemas de salud mental, las muertes por enfermedades cardiorrespiratorias y otras consecuencias que deberán estudiarse mejor: aumento de la violencia, reducción del rendimiento intelectual, pérdida de productividad, etc. Otros fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones, huracanes…) provocan gastos y dolores invaluables, a lo cual hay que sumar la escasez de agua y su contaminación (en gran parte por la ganadería y agricultura descontroladas).

«El cambio climático es una amenaza grave para los arrecifes de coral», que están muriendo a un ritmo preocupante. Téngase en cuenta que los corales son ecosistemas muy valiosos desde el punto de vista ecológico y humano. Los autores del trabajo analizado nos advierten de que «los arrecifes de coral benefician a millones de personas al proporcionar una amplia gama de servicios ecosistémicos, incluida la protección costera, la mejora de la calidad del agua, la pesca y las oportunidades turísticas; además de ser el hábitat para multitud de especies». Sobre este asunto te animamos a leer el relato de ciencia ficción titulado Lord Howe del blog de Historias Incontables. Aprenderás curiosidades sobre los corales.

Un efecto poco conocido del cambio climático es el tono anaranjado que está tiñendo los arroyos del Ártico. Esto se debe al aumento de la concentración de hierro y metales tóxicos. Las primeras consecuencias observadas son la disminución de la diversidad de macroinvertebrados y la merma de peces, así como la pérdida de agua potable.

Las inversiones para investigación en SRM (Solar Radiation Modification) o geoingeniería solar han aumentado drásticamente en los últimos años. Al igual que la captura de carbono, se trata de técnicas —aun en fase de investigación— que tal vez sirvan algún día para mitigar el cambio climático. La SRM consiste en reflejar la luz solar fuera de la Tierra. Por ejemplo, incluyen la inyección de aerosoles en la estratosfera. Los expertos del IPCC de la ONU han llegado a la conclusión de que existen una serie de riesgos y de problemas medioambientales y éticos. Además, este tecno-optimismo sirve de excusa para desalentar los esfuerzos en lo realmente útil: reducir el consumo y las emisiones. Muy posiblemente, se están invirtiendo grandes cantidades de dinero público en técnicas que solo sirven para crear falsas esperanzas y para que no se detengan las ganancias de las empresas que están provocando el mayor problema de la humanidad.

Los destacados científicos del clima del IPCC están conformes en que la temperatura planetaria va a seguir subiendo. No hay consenso de la gravedad a la que nos enfrentamos, pero solo un 6 % cree que se cumplirá el límite de 1,5 °C acordado internacionalmente. El resto (94 %) opina que nos enfrentamos a algo aún peor. En este contexto, «muchos científicos prevén hambrunas generalizadas, conflictos, migraciones masivas y un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos que superarán todo lo visto hasta ahora». Por supuesto, lo que ocurra también depende de lo que hagamos a partir de hoy.

Los científicos están perdidos sobre cómo pueden ellos ser más efectivos. Algunos han argumentado que el pesimismo y la resignación pueden obstaculizar la acción por el clima, pero tampoco saben cómo conseguir motivar a los gobernantes y a la población en general, y que se entienda que «evitar una décima de grado de calentamiento es de vital importancia».

Y siguen diciendo: «El cambio climático es una cuestión de diversidad, equidad e inclusión (DEI), porque las personas ricas son quienes emiten más gases de efecto invernadero y, en cambio, suelen ser menos vulnerables a los impactos climáticos». Todos los seres vivos estamos indefensos ante las diversas implicaciones del cambio climático. Entre los humanos, los más afectados serán las comunidades más empobrecidas o marginadas, que son los que menos culpa tienen. Por ello, se propone financiar la descarbonización de los países del Sur Global, al tiempo que se pone fin a las extracciones de combustibles fósiles. Los científicos también resaltan las dimensiones éticas del cambio climático y las recomendaciones hechas por multitud de líderes religiosos como el Papa Francisco.

Colapso ecosocial

Hablar del colapso no es una moda. Los científicos advierten de que nuestros modos de vida están en grave peligro: «El calentamiento global, aunque catastrófico, no es más que un aspecto de una profunda crisis múltiple que incluye la degradación medioambiental, el aumento de la desigualdad económica y la pérdida de biodiversidad». Posiblemente, los efectos de la crisis climática y ambiental deberían preocuparnos más que el propio calentamiento de forma aislada. Por citar un ejemplo, las enormes fuentes de contaminación —tanto las clásicas como las llamadas nuevas entidades— están provocando daños y problemas que aún están sin evaluar.

«El consumo humano supera la capacidad de regeneración de la Tierra». Ese es el diagnóstico en una frase. «El cambio climático ya ha desplazado a millones de personas, y tiene el potencial de desplazar a cientos de millones o incluso miles de millones más, provocando una mayor inestabilidad geopolítica». Conflictos de diversa índole están relacionados con la crisis ambiental, aunque algunos no terminen de enterarse: hambrunas, guerras, violencia, delincuencia, subida de precios, pandemias, desempleo, pérdida de productividad, sequías, inundaciones, migraciones masivas, etc.

Desde que conocemos el problema, hemos avanzado muy poco en la lucha contra él. Los autores sentencian que esto es debido a la férrea resistencia de quienes se benefician económicamente del actual sistema basado en los combustibles fósiles.

Soluciones que proponen

Los científicos aportan una tabla con lo que llaman «soluciones transformadoras basadas en la ciencia». Algunas de las medidas que proponen son las siguientes:

1. Combustibles fósiles. «Reducir rápidamente el uso de combustibles fósiles debería ser una prioridad absoluta. Esto podría lograrse en parte a través de un precio mundial del carbono suficientemente alto que pudiera frenar las emisiones de los ricos y, al mismo tiempo, proporcionar financiación para los tan necesarios programas de mitigación y adaptación al cambio climático». El objetivo es muy claro: «Debemos dejar las reservas restantes de combustibles fósiles en el suelo» y también «debemos eliminar rápidamente las subvenciones a los combustibles fósiles».

2. Reducir contaminantes de vida corta. Disminuir las emisiones de metano (como dijo George Monbiot) tendría efectos positivos bastante rápidos, al igual que las de carbono negro (hollín) y las de hidrofluorocarbonos (HFC).

3. Consumo. «Reducir drásticamente el consumo excesivo y el despilfarro, especialmente por parte de los ricos».

4. Veganismo. «Reformar los sistemas de producción de alimentos para apoyar una alimentación más basada en plantas». Según la ciencia esto mejoraría la salud humana y reduciría significativamente las emisiones de GEI. Además, también permitiría liberar tierras de pastoreo y tierras de cultivo, para ser renaturalizadas, o bien, para emplearlas en la producción de alimentos para el ser humano, en lugar de para el ganado.

5. Producción alimentaria. Instaurar técnicas de labranza mínima para proteger el suelo. También se insta a reducir drásticamente la enorme cantidad de residuos alimentarios en todo el mundo.

6. Educación ambiental. «La enseñanza sobre el cambio climático debería integrarse en los planes de estudio de la enseñanza secundaria y superior de todo el mundo». En un futuro próximo, saber cultivar podría ser más útil que asignaturas tecnológicas.

7. Renaturalización. Necesitamos esfuerzos inmediatos para proteger, restaurar o recuperar todo tipo de ecosistemas, particularmente los silvestres. «Debemos reducir rápidamente la pérdida de hábitat y de biodiversidad».

8. Decrecimiento económico. Defienden el rechazo al crecimiento económico porque nos lleva a una extracción excesiva de materiales y a la sobreexplotación de los ecosistemas. En vez del crecimiento del PIB, necesitamos una economía libre de carbono; y políticas que promuevan la búsqueda de la prosperidad y la sostenibilidad de los ecosistemas. En esta línea, reducir la desigualdad es también prioritario.

9. Población. La población mundial sigue aumentando a un ritmo de más de 200.000 humanos al día. Estos científicos hacen un llamamiento a no fomentar la natalidad con el objetivo de estabilizar la población mundial e, idealmente, que se reduzca. Existen políticas probadas y eficaces que refuerzan los derechos humanos al tiempo que reducen la fecundidad y, a la vez, frenan las emisiones de GEI y la pérdida de biodiversidad. Esto implica generalizar los servicios de planificación familiar (educación, anticonceptivos…) y eliminar las barreras que impiden la plena igualdad de género. El objetivo inmediato debe ser, en sus propias palabras, «estabilizar y reducir gradualmente la población humana mediante la potenciación de la educación y los derechos de las niñas y las mujeres».

Preocupados, estos científicos han hablado con enorme claridad. Y concluyen: «El futuro de la humanidad depende de nuestra creatividad, fibra moral y perseverancia. (…) El futuro de la humanidad pende de un hilo».

Estos autores no están solos. Hay una ingente cantidad de estudios que concluyen lo mismo, o bien, que estudian los fatales efectos de la crisis ecológica (por ejemplo, en el aire que respiramos). Multitud de científicos de todo el mundo —también de España— se han unido en la denominada Rebelión Científica. Sus artículos no son atendidos, sus protestas son silenciadas y sus demandas son aparcadas. La ciencia está cumpliendo bien su cometido. ¿Y los demás? ¿Estamos haciendo lo suficiente?

Parece claro que el problema ambiental debería estar el primero en la agenda de cualquier gobierno y, sin embargo, nos intentan colar como problemas gravísimos cosas que no lo son, como la inmigración o los conflictos de Ayuso con la extinta ETA.

El orden mundial, las fronteras y las relaciones diplomáticas, dependen hoy del petróleo y del clima. Si los países ricos no hacemos bien las cosas podríamos perder algo más que un clima agradable. Podríamos perder la paz.

Artículo extraído del blog https://blogsostenible

 

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