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En la noche del Dios de las estrellas

Amor entre mujeres...

El amor es algo maravilloso...

 

“EN LA NOCHE DEL DIOS DE LAS ESTRELLAS”

­­ I­

Sí existe amor pasional entre mujeres: no lo negaré.

Nosotras somos casadas, y hubo cómplices en nuestras

relaciones sexuales: el otoño, las hojas que son secretos caídos

que lleva el viento, la noche con la fuerza que da el amor…

Somos almas ardientes, y buscamos lo siempre deseado.

Después -quizá…con un ¡hasta luego! -merecerá la pena haber roto

el roble amoroso que nos separaba.

“Es la hora, nuestra hora de los sueños-me dice mi antigua alumna

cuando acude a la cita concertada-, de las relaciones carnales anheladas.

Todo está escrito. Despojémonos de nuestras ropas,

y busquemos sábanas blancas-sin sogas indiscretas-donde yacer cuerpo

contra cuerpo “. Su cuerpo de carne viva-cabellos bronceados y ojos

con mirada desnuda-me habían hecho su cautiva. Veintitrés años

sin rumbo, sin límites humanos…

­II­

Si existe amor pasional entre mujeres: no lo negaré.

Allí-en las afueras de la gran ciudad-acaeció

nuestro bacanal de mohines y carantoñas.

La guarida de nuestro encuentro se encontraba

al lado de una salvaje playa, tan salvaje como el ánimo

voluptuoso-río profundo-que recorría nuestras venas.

Desnudos los cuerpos combatieron sin medida-sobre la arena-,

vientre contra vientre, pezones contra pezones…

Nuestra sangre fue una y abundante sangre de placer.

Mis cincuenta años no me perdonaron tanto exceso amoroso,

pero las almas se tranquilizan, precisamente, con lo desconocido…,

con lo que estaba prohibido y hoy es llamado “opción sexual amorosa”,

aunque el sexo sea el mismo.

Belleza, armonía, besos ardientes, besos robados,

lenguas insaciables, manos temblorosas y húmedas:

he aquí el compendio de tantos y tantos orgasmos habidos.

Nuestras bocas, nuestras manos cumplieron su misión.

­III­

¡Qué lejos quedaban los caprichos!

¡Qué fríos -helados-nuestros cuerpos!

Amas-nuestras voces-exclamaron:

“¡Ay deleites perdidos y encontrados!

Qué lejos de nosotras estuvisteis.

Qué próximo el cielo: ¡lo abrazamos!

Qué esclavas de los hombres pernoctamos”.

Cerca, muy cerca pulularon testigos las estrellas,

y la Luna caprichosa esperaba:

humillarnos, inculparnos, violentarnos…

Allí, y sobre la playa negra de arena,

dos mujeres-madura y joven-sin barreras,

valientes, con luz de noche primavera

-cuerpo a cuerpo-

se entregaron, se amaron, se salvaron…,

y llegaron a esculpir sobre una piedra:

“Ayer, en tiempo muerto, quizá un instante

-sin siniestras intenciones-,

fuimos más mujeres, en la noche del Dios

de las estrellas”.

La Coruña, 5 de mayo de 2024

© Mariano Cabrero Bárcena es escritor

Nota.-

Safo, poetisa lesbiana (1867) Charles- Auguste Mengin.

La noche siempre ampara nuestros sueños e ilusiones. Y es que es lógico que así ocurra. No se vivir sin soñar, no se soñar sin vivir…, porque vivir quiere decir soñar…

 

 

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