¿Los celos tienen que ver con la inseguridad?¿Le pasa a todo el mundo? ¿Varían con la edad?¿Se pueden transformar? ¿Si se tienen celos es que se ama a la persona?
Los celos son un sentimiento primordial, su raíz es infantil, están relacionados con la mamá, que es el primer amor. Es con la llegada de un tercero, que aparece el deseo, que es posible forjar dos personas distintas, que haya una separación. Cada vez que tengo celos, vuelvo a caer en ese lugar infantil, donde había la ilusión imaginaria que éramos uno, y sólo tenía ojos para mí. Indican un sentimiento de propiedad, pero nadie es dueño de nadie.
Son irracionales, la persona puede llegar a perderse en ese afecto y hacer como si el otro fuese suyo. Perderse a veces es más fácil que reconocer que en realidad es él o ella el que tiene el deseo que ella o él le engañe, o que tiene tantos deseos de engañarle, que sólo se lo puede permitir si lo hace el otro/a. Esto ocurre de forma inconsciente. Tuvimos que ser “infieles” al primer amor, la madre, para estar entre otros. Por ejemplo, esta tarde voy a una fiesta, y, sin darme cuenta aparecen deseos hacia alguien, y luego monto una escena a mi pareja cuando llego a casa porque no puedo tolerar mis propios deseos. Estamos estructurados para que no se pongan en contacto la conciencia y lo inconsciente. Cada vez que puede haber alguna conexión, aparecen los mecanismos psíquicos como la negación, la proyección, la represión, la angustia, también la sublimación (que sería más sana, hacer de los celos otra cosa) que evitan que se pongan en contacto. Los celos hablan de nuestro deseo, siempre cabalga un deseo en los celos. No tienen por qué ser algo malo, nos pueden llevar a mejorar.
No sólo acontecen en las relaciones de pareja, también entre hermanos, amigos, en el trabajo… Pueden llegar a romper relaciones o romper proyectos profesionales.
Aunque, como hemos dicho, es un sentimiento normal, todos los hemos sentido alguna vez, es diferente a padecer de ellos. También es una energía que, puesta en cauces adecuados, nos hace ser mejores, trabajar para alcanzar aquello que deseamos, el “brillo”, “cualidad”, que atribuimos a la otra persona o mis deseos también de incluirme en la escena, de relacionarme con esa persona, la situación…
Hay diferentes grados, porque están los normales, los proyectados y los paranoicos o delirantes.Los celos y también la envidia, están enlazados al amor. Lo que ocurre es que los celos son más sociales, la envidia es de a dos. El celoso/a reconoce al otro, el envidioso/a lo que quiere es que el otro no tenga.
En los celos normales, hay tristeza, dolor por quien se cree perdido, sentimientos de exclusión, ofensa narcisista y hostilidad hacia el rival. La persona se autocrítica, y se hace responsable de ello ¿será que no soy suficiente?
Aunque muchas veces se intentan argumentar con la realidad, indicando que “le ha dado motivos”, es necesario señalar que siempre están engarzados a lo infantil, procede de la rivalidad paterna, del sentimiento de posesión con la mamá. Nunca van a ser racionales, son desproporcionados a la situación real, aunque sean vividos en ese tiempo y pueda haber argumentos. Es una reacción infantil.
Los celos proyectados aparecen por los deseos propios de infidelidad o el impulso a realizarlos. Son personas que niegan enérgicamente sus propios deseos, los reprimen, pero aparecen proyectados en el otro, de manera que “no soy yo quien desea, sino mi pareja”. Le atribuyen al otro, le proyectan, sus propios deseos. Son mecanismos inconscientes.
El tonteo, el coqueteo, el flirteo están, en cierto modo, permitidos en la sociedad. Es un modo de contención, de poder redirigir los deseos de infidelidad hacia la propia pareja. Es como una ida hacia “el objeto” sin llegar a realizar el acto, y una vuelta hacia el elegido, renovando la pasión. Las tendencias a ser infiel se vuelven hacia la pareja, con el resultado de avivar la llama, excitar, renovar, traer un aire nuevo. Todo dentro de unos límites que, si se exceden, pueden resultar, dependiendo de la pareja, un declive emocional. Los celos pueden ser un arma peligrosa, puedo excitar pero también romper la pareja, si la moral es muy tajante, muy fuerte.
En los celos también puede acontecer que, restringiendo relaciones al otro, cortando los lazos, al final no es la persona de la que uno se enamoró, pierde todo el brillo, y deseamos deseos. Al final terminamos asfixiados en nuestra propia trampa, dejamos de desear al otro.
Los celos delirantes son los más graves por así decirlo. Están relacionados con tendencias infieles reprimidas, ojo, de carácter homosexual. Son deseos hacia personas del mismo sexos muy , muy intolerados, reprimidos, lo cual no quiere decir que la persona sea homosexual. La paranoia está enlazada en ellos. Quien le desea es él o ella, no yo, por ejemplo. También podríamos hablar de un problema de discriminación en un ataque de celos delirante. No discrimino la realidad, porque ahí es como si fuera un niño de dos años frente a mi mamá cuando por primera vez se alejó de mí cuando se fue con mi papá o se fue a trabajar.
No hay celos sin amor, que es diferente a decir que no hay amor sin celos. Los celos son patológicos, estropean la relación amorosa, porque el otro no es propiedad mía, hay que aceptar las diferencias y sumar, que es estar en el mundo, incluir otras relaciones, ser un ser civilizado. El celoso se siente excluido de la relación, cuando en realidad se moría de ganas de participar. Si los celos se piensan como amor, entonces sí o sí tengo que hacer una escena de celos a cada tanto, si no el otro siente que no le amo.
Tenemos que tener en cuenta que los celos son deseos. Cuando le digo: mira a aquél cómo te mira, en realidad yo le hago mirar, porque soy yo quien está mirando. Son a mí, en realidad, a quien le gustan
Estos planteamientos nos remueven todo razonamiento, porque hay quien habla de que los celos son hasta un punto, que hay celos y que uno tiene motivos para estar celoso. Pero una cosa es pensarlo, sentir ese resquemor, y otra es montar una escena, estropear un encuentro. Hay distintas maneras de atravesar esos celos. Si los escenifico soy un loco delirante que utiliza lo que no tolero de mí, mis propios deseos, en estropearlo todo. La culpa puede llegar a matar la relación. Escenas constantes de celos producen un quiebre, un agotamiento. El psicoanálisis nos ofrece la posibilidad de transformar estas posiciones, va a resolver esta situación psíquica de otra forma, la persona va a responder frente a sus deseos de otra forma. Es muy eficaz porque es liberadora,lleva del sufrimiento a la conversación, al enriquecimiento, transforma la ideología y así cambia la realidad.
Los celos tienen cura, es necesario decirlo, porque son una enfermedad, que se cura con psicoanálisis, la única escucha posible para la transformación de la dimensión reprimida de la persona, para su madurez psíquica. Como los celos también son deseos, hay esperanza, es posible con trabajo psicoanalítico, una transformación.
Laura López, Psicóloga y Psicoanalista
en formación continua con Grupo Cero