Además, la prevalencia de depresión aumenta a medida que también lo hace el número de enfermedades crónicas. “Los estudios indican que esa prevalencia se sitúa en el 23% si se padece una enfermedad crónica y puede llegar hasta el 41% si se vive con cinco o más patologías crónicas”, señaló el doctor José Ángel Arbesú, miembro del grupo de trabajo de Salud Mental de Semergen.
Cuando se recibe un diagnóstico de enfermedad crónica “es frecuente que aparezcan síntomas como insomnio, tristeza, llanto, aislamiento, soledad, miedo, pérdida de apetito…, lo que no significa, necesariamente, que se padezca depresión. Una cosa es la tristeza y otra, la depresión”, manifestó el doctor Daniel Núñez, psiquiatra en el Complejo Hospitalario Universitario de El Ferrol.
La situación de pandemia provocada por la Covid-19 ha tenido un impacto en el seguimiento y control de los pacientes con enfermedades crónicas, en un contexto en el que necesitan, en palabras del doctor Arbesú, «seguridad, percepción de control de su enfermedad, un autocuidado eficiente y mantener sus hábitos de vida saludables” y, posiblemente, retrasará el diagnóstico en nuevos pacientes en los que, además de detectar y abordar la patología crónica que padecen, se debe prestar, de igual modo, atención a su salud mental.