Un premio nobel de economía con tintes psicológicos

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El último Premio Nobel de economía se ha concedido a Richard Thaler, un profesor de la Universidad de Chicago. Al igual que otro reciente Premio Nobel de economía, Daniel Kahneman, sus investigaciones se centran en el comportamiento de las personas y cómo éste difiere de las predicciones que hacen los economistas clásicos.
Uno de los principales aportes de Richard Thaler a la economía fue el descubrimiento de que pequeños cambios en el entorno tienen una gran influencia en las decisiones de tipo socio-económico que toman las personas, un fenómeno que define como «nudge«, un término que podríamos traducir como «pequeño empujón».
Supongamos que en lugar de obligar a las personas a marcar una casilla para ser considerados potenciales donantes de órganos, algo habitual en muchos países, consideramos a toda la población como potenciales donantes de órgano por defecto y luego les ofrecemos la opción de dejar de serlo marcando una casilla en un formulario. Los estudios realizados sugieren que las personas, por regla general, mantienen la opción por defecto, esto es, si la opción por defecto es ser donante de órganos, casi nadie se molesta de dejar de serlo, y al contrario. Esto demuestra que la razón por la que las personas no se inscriben como donantes de órganos no es ideológica, sino que se debe a la tendencia a mantener el status quo. Algo tan sencillo como considerar a todo el mundo, por defecto, un potencial donante sería una solución a la escasez crónica de órganos para peersonas que necesitan un transplante.
Otra de sus investigaciones fue sobre el concepto de contabilidad mental. Supongamos que quieres ir al un concierto y que una entrada cuesta 20€. Supongamos también que cuando sales de casa te das cuenta de que has perdido un billete de 20€. ¿Dejarías por eso de ir al concierto? La mayoría de las personas dirían que no, incluso consideraría la pregunta extraña. Pero supongamos que ya tenías una entrada comprada y que cuando vas a salir de casa, te das cuenta de que la has perdido. En ese caso ¿comprarías otra entrada? Aunque, en realidad, la situación es casi la misma que antes, muchas personas se lo pensarían, porque ahora considerarían que el concierto les cuesta 40€.
La razón de este fenómeno se debe a que, en general, las personas no tratan todo su dinero por igual. Más bien al contrario, la mayoría de las personas tienen en la cabeza diferentes objetivos (cuentas mentales), por ejemplo, divertirse. Así, cuando se termina el dinero que tenían pensado gastar en ocio, se deja de consumir o, si queda poco, se busca una alternativa más barata, pero no se utiliza el dinero procedente de otra cuenta. Lo mismo ocurre con otros recursos escasos, como puede ser el tiempo o el esfuerzo.
Según Thaler, las personas que piensan así tienen más autocontrol, ya que es más fácil dejar de consumir algo si consideras que has superado el dinero que habías destinado a esto, que si dejas de consumir cuando se te haya acabado todo tu dinero. Si consideras que no debes gastar más de 20€ en ocio en una sola noche, es más fácil que decidas quedarte en casa si pierdes la entrada que si decides ir al teatro mientras que tengas dinero disponible.
Según Rollán Pérez, profesor de la escuela de negocios Axioma y especialista en Economía del Comportamiento, «el trabajo de Thaler y otros pioneros como Kahneman o Tversky ha contribuido a destruir muchos de los mitos que construyó la economía clásica sobre el comportamiento de las personas y acerca más las predicciones económicas a cómo actúan realmente».

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