Actualmente, se etiqueta a muchos niños de malos estudiantes, desobedientes o vagos en las escuelas y en los propios hogares. Pero, ¿son estos niños responsables de su comportamiento?
Los problemas de retraso de desarrollo y los problemas de comportamiento, frecuentemente, son producidos por lo que se conoce como disfunción de la integración sensorial.
La integración sensorial, término acuñado por la Dra. A. J. Ayres, pionera y precursora de la integración sensorial, hace referencia a la capacidad que posee el cerebro para percibir, interpretar y organizar todas las informaciones que se captan constantemente a través de los diferentes órganos sensoriales.
La integración sensorial es uno de los tipos de procesamiento sensorial más importante por el cual se unifican todas las sensaciones captadas a través de los diferentes órganos de los sentidos. Las sensaciones son el alimento y motor del cerebro, ya que estas son las responsables de proporcionar los conocimientos y conceptos adecuados para desarrollar y dirigir nuestro propio cuerpo. Pero, ¿qué ocurre cuando estos procesos sensoriales no están bien integrados?
Cuando se presenta una disfunción de la integración sensorial, la persona no es capaz de realizar una correcta interpretación ni organización de las sensaciones, provocando en ella una inadecuada percepción del ambiente que le rodea y provocará comportamientos y aprendizajes fuera de lo que es considerado normal.
Los problemas de integración sensorial, exceptuando aquellos casos de una notable severidad, pasan desapercibidos para aquellos que no presentan la formación y experiencia adecuada, tachando a las personas que los padecen como socialmente incorrectos. Por ello, debemos ser conscientes de no todo problema debe ser visible para que este exista, pues las mayores limitaciones quedan escondidas bajo las apariencias más corrientes.
ALBA ALCAIDE – TERAPEUTA OCUPACIONAL – NEUROARTE
