por María José Luque Fernández
Caminar entre los versos de Miguel Ángel Rodríguez Vega es como adentrarse en un paisaje íntimo y luminoso, donde cada poema brota desde lo más esencial del ser. Su poemario —una obra que respira vida, pausas sinceras y apertura emocional— nos invita a detenernos y observar los instantes cotidianos con una mirada renovada.
1. La voz del día a día
Lo cotidiano no desaparece en la poesía de Rodríguez Vega; al contrario, se magnifica. Sus palabras evocan el aroma del café por la mañana, el murmullo de los pasos en la calle, el resplandor de una tarde en el barrio. Cada verso parece ser un espejo que refleja lo que vivimos, aquello que a veces pasa inadvertido. Este uso del detalle sencillo acerca al lector, creando complicidad desde la primera línea.
2. La emoción sin artificios
Allí donde algunos poetas utilizan grandes imágenes o metáforas complejas, él prefiere un pulso más directo: «una luna temblando», «los dedos que aún recuerdan». Esa elección de lo cotidiano como motor emocional permite que el lector se reconozca sin obstáculos. No hay adornos retóricos innecesarios, solo una honestidad que se siente y se agradece.
3. El tiempo y la memoria
El poemario transita también entre los pliegues del pasado y el presente. Hay destellos de infancia y memorias familiares, como si el autor recogiera migas de su propia historia para volverlas versos. Pero lejos de ser nostálgico, este viaje al pasado sirve para enraizar una mirada atenta al ahora, en la que las emociones se abrazan con la memoria.
4. La musicalidad de las palabras
Aunque no juegue con estructuras complejas, la musicalidad está siempre presente. Rodríguez Vega hilvana el ritmo a través del ritmo interno, repitiendo sonidos y pausas que evocan una cadencia natural. El lector siente el compás en su propio cuerpo, como si la voz del autor le hablara a baja intensidad, invitando al recogimiento y a la contemplación.
5. Un lenguaje inclusivo y diáfano
Una de las mayores virtudes del poemario es su lenguaje sin barreras. Sin perder profundidad, explora temas como la soledad, el afecto, la maravilla de lo simple. Hay un tono conversacional, familiar, que hace que este libro se lea con la misma cercanía que una charla con un amigo. El texto se despliega con suavidad, evitando altisonancias, pero sin renunciar a la hondura.
Es en definitiva el poemario de Miguel Ángel Rodríguez Vega un remanso de autenticidad. En él encontramos una poesía que abraza lo pequeño para transformarlo en universal. Sus versos laten con la frescura del instante, con la ternura del recuerdo y con la fuerza de lo emocional no forzado y nos deja claro que a pesar de las huellas que deja el tiempo, siempre hay espacio para la reflexión y el entendimiento.
Si buscas un libro que te devuelva el placer de sentirte visto en lo cotidiano, este poemario es sin duda una apuesta valiosa. Se lee como un susurro, y deja huella como un abrazo largo: cálido, personal y lleno de matices.
Detalles del libro:
Editorial: Punto rojo
Número de páginas: 152
ISBN: 979-8851000270
Punto de venta: Amazon
Miguel Ángel Vega Rodríguez.- Pippo Bunorrotri.-

Nacido el 31 de diciembre de 1955 en León- España. Su infancia y sus estudios de primaria y bachillerato los llevó a cabo en León y parte del bachillerato en Ponferrada (una ciudad de la misma comunidad a donde se trasladó la familia) sus estudios universitarios los realizó en Galicia, en la Universidad de Arquitectura de La Coruña.
Desde siempre le fascinaba la lectura, en su octavo cumpleaños le regalaron la novela “El Principito” un libro que le fascinó y desde ese momento el mundo de fantasía de los libros le atrapó leyendo todo lo que caía en sus manos, e imaginándome sus propias fantasías que escribía para sí mismo y que solo leía a su madre y un amigo que era como su hermano.
Nunca se atrevió a publicar nada de lo que escribía, por miedo, por vergüenza, por tiempo, por su trabajo y por su vida familiar. Su madre se murió en los noventa haciéndole prometer que algún día publicase alguno de sus escritos, Pero no lo hizo hasta el dos mil dos, cuando una enfermedad se llevó a su amigo y este en los últimos días de su vida le animo a que terminase y publicase una novela que lleva años encerrada en un armario, así que retomo la historia que tenía empezada y en el dos mil dieciocho tras una larga batalla consigo mismo, con su historia y sus miedos publicó la primera parte de una novela de misterio “LA BAUTA DE ZENDALE” “Susurros del Pasado”, actualmente corrigiendo la segunda y tercera parte para publicarla. En 2019
Se publicaron algunos de sus poemas en Certamen de la Antología Literaria: “Escritores y Poetas De Camino al Cielo con La Tinta de Mis Huellas”. Recientemente (Febrero de 2024) se ha publicado el primer poemario por la Editorial Punto Rojo «EL MISERERE DEL OLVIDO»
Mientras escribía y corregía su novela (que había tomado vida propia) se aficionó a escribir poesía, un género del que no era muy entusiasta pero con el que empezó a sentirse cómodo, creando su propio blog (Pippo Bunorrotri.com) donde publica su poesía y algún que otro relato.
También ha escrito algunos artículos relacionados con su profesión en revistas especializadas y ha colaborado con un compañero en algún libro relacionado con la Historia de la Arquitectura Modernista en Galicia, lugar donde ha vivido durante casi veinte años.
Actualmente desde el 2010 reside en Valencia, donde se dedica a escribir en su blog y a preparar su primer poemario, y su segunda novela.
@María José Luque Fernández