Las relaciones de pareja son uno de los espejos más profundos que tenemos para conocernos, sanar y crecer.
Pero no todas las conexiones están hechas del mismo material. Hay relaciones que se construyen sobre la sinceridad, el respeto mutuo y el deseo genuino de caminar juntos por la vida, y luego están esas otras, más oscuras, donde prima el uso, el interés y la ausencia de responsabilidad emocional.
Las relaciones tóxicas suelen comenzar con promesas vacías y terminan con heridas profundas. Son aquellas donde una persona solo ve lo que puede obtener, sin importarle lo que el otro siente, necesita o merece. No hay equilibrio, no hay empatía, solo un constante drenaje emocional que deja al corazón cansado y herido. Quien vive esto muchas veces termina sintiendo que fue utilizado como un recurso, no como un ser humano con dignidad y emociones reales.
Estas relaciones no construyen, desgastan. No suman, restan. Y aunque al principio pueden disfrazarse de amor, con el tiempo revelan su verdadera cara: soledad, manipulación, miedo al compromiso real. La falta de responsabilidad emocional es su sello distintivo; quien actúa así huye de la profundidad, porque amar de verdad implica entrega, escucha, y también enfrentar nuestras sombras.
Frente a eso, está el amor verdadero. El que cala en los huesos, el que duele cuando falta y brilla cuando está presente. Es aquel que camina cogido de la mano en la vida, sin soltarla, incluso cuando el camino se pone difícil. Es el amor que no solo habla, actúa. Que no solo promete, cumple. Que siembra afecto sin esperar nada a cambio, pero que también sabe poner límites cuando algo lastima.
Yo puedo ayudarte a reflexionar sobre tus relaciones. ¿Qué tipo de vínculos estás cultivando? ¿Te sientes valorado, acompañado, respetado? ¿Vives en relaciones donde das y recibes con equilibrio, o más bien te encuentras siempre sacrificándote sin recibir a cambio?
Porque sí, tarde o temprano el karma nos enfrenta. A quienes juegan con los sentimientos ajenos les llega la factura emocional, ya sea en forma de soledad, arrepentimiento o dificultad para conectar genuinamente. Mientras tanto, quienes eligen sembrar amor auténtico, incluso después de heridas, terminan cosechando relaciones más fuertes, sanas y profundas.
La vida es demasiado corta para perder el tiempo en vínculos que no nutren. Vale la pena elegir conscientemente con quién compartimos nuestro corazón. Porque amar de verdad no es fácil, pero sí es liberador.
“Donde no puedas amar, no te demores” Frida Kahlo
Cristina Marley