Despiertas desorientado por el canto de las golondrinas, la alondra y el elanio azul una orquesta frente al balcón de tu casa.
Armoniosa mezcla de sonidos dirigidos por un gran maestro, la naturaleza.
El silbido de las alas de los buitres, al ascender la corriente en el abismo rocoso mientras esquiva al molesto cuervo que enojado emite su graznido.
El croar de las ranas, mientras las moscas zumban a su alrededor, escapando de su mortal, pegajosa lengua.
El brillo de luz pura que baña al alborear el nuevo día, esboza la montaña y se releja sobre las transparentes aguas del embalse.
Aun desorientado abres despacio sin prisas las contraventanas del pequeño mirador de tus ojos, los parpados y entonces tus neuronas terminan de enlazar, de componer el puzle, la magia con que te regala la vida.
Un balcón sobre el rio Cegar.
@María José Luque Fernández
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