A veces la vida te pide que te sientes, planifiques, pongas alarmas, diagramas y mil tareas. Todo organizado, todo medido. ¿Y si te digo que hay una teoría que te invita a hacer exactamente lo contrario? Que te dice: sal sin rumbo, piérdete, flota un rato, y a ver qué pasa. Así, literal.
Esta joya viene del mundo del arte y la filosofía urbana, especialmente de unos locos soñadores de los años 50 llamados los situacionistas, liderados por un tipo llamado Guy Debord. ¿Su propuesta? Caminar la ciudad sin objetivo, sin mapa, dejándote llevar por los impulsos, los colores, los olores, los sonidos, lo que vibra. Dejar que el espacio te mueva a ti, en vez de ser tu el que intenta dominarlo todo.
Pero ojo, no es solo una caminata random tipo «me olvidé a dónde iba». Es una forma de romper con la rutina, de desafiar el piloto automático, de mirar lo que ves todos los días con ojos nuevos. Porque, seamos realistas: a veces estamos tan metidos en nuestra rutina que ni notamos el árbol nuevo en la esquina o la cafetería que abrió hace tres meses al lado de casa, o la antigua puerta, o el bordado de la vecina en el jersey.
Esta idea no es solo para las ciudades. La deriva es también una forma de vivir.
¿Nunca te pasó que te perdiste un poco —en la vida, en el amor, en ti mismo— y de repente, ahí en medio del caos, encontraste algo que ni sabías que buscabas? Una charla inesperada, un giro, una canción, una versión tuya que ni conocías. Eso también es deriva. Y es hermosa.
En un mundo donde todo el tiempo nos presionan con metas, caminos rectos, GPS emocionales y “para cuándo lo tuyo”, la deriva viene y te susurra: afloja. No tenés que tenerlo todo claro. No tenés que saber siempre a dónde vas. A veces, el mejor plan es no tener ninguno.
Y ahí está su magia: en la sorpresa, en lo que aparece solo cuando dejas de buscarlo con tanta fuerza.
Así que la próxima vez que sientas que no sabés a dónde vas, que estás medio a la deriva… No pienses que estás perdido. Será que estás justo donde necesitás estar.
Bienvenido a la teoría de la deriva.
@María José Luque Fernández
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