Dormitas mientras el reloj de pie avanza seguro en su tiempo a pesar de los años que ya lleva dando las horas. Se difumina todo ante tu paso firme abriéndose paso, la nada y el todo se conforman creando espacios llenos de vida.
El sonido del teléfono te despierta o eso crees tu. El interlocutor hace una pregunta ¿Noche o día? Y tú giras con tu dedo índice marcando el número nueve. Aumenta de tamaño el auricular del teléfono, de repente es una hormiga que se esta comiendo tu bigote. Un doloroso mordisco es la confirmación del acto.
En una laguna se convierte la base del teléfono, el agua te moja la frente, sin saber como estas dentro de ella. El oleaje es fuerte y te maneja como si fuera un péndulo a un lado, a otro.
Eres pequeño y estas agarrado al péndulo del reloj de pared, tu mano sujeta las manillas del reloj para que no avance, te resbalas y caes en la arena.
La hormiga de antes te muerde en el tobillo y tras un brinco te encuentras adormilado en el sofá del salón, junto al reloj.
¡Vaya! Tú y tus manías de quitar el péndulo del reloj de pared mientras te duermes la siesta para que no moleste.
Pesadillas…
Dormitas
@María José Luque Fernández
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