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domingo, junio 15, 2025

Pantallas para todos, reflexión para nadie: el costoso experimento educativo que España insiste en repetir

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En 2019, antes de la pandemia, España enfrentaba una importante brecha digital en el ámbito educativo: cerca de 800.000 hogares con niños carecían de dispositivos electrónicos, más de 280.000 no disponían de conexión a internet, y aproximadamente 543.000 estudiantes —un 9% del total— no tenían ordenador en casa. En los centros educativos, la situación tampoco era optimista: solo había un dispositivo disponible por cada 2,7 alumnos, lo que limitaba gravemente las posibilidades de integrar la tecnología en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Ante esta situación, desde 2020 el Gobierno de España impulsó una estrategia de digitalización educativa articulada a través de programas como Educa en Digital, coordinado con Red.es y las comunidades autónomas, y financiado con fondos europeos (FEDER y Next Generation EU). Esta estrategia, alineada con el Plan de Acción de Educación Digital de la UE, se consolidó con el Plan de Digitalización del Sistema Educativo 2021-2027 y programas como EcoDigEdu y Código Escuela 4.0, que promueven la capacitación docente, el acceso equitativo a dispositivos y conectividad, y la introducción de la programación desde edades tempranas.

De esta forma, se facilitaron cerca de 1.000 millones de euros para transformar el sistema educativo, con el doble objetivo de garantizar la equidad y modernizar la enseñanza mediante la digitalización. Esta inversión se ha distribuido territorialmente para adaptarse a las particularidades de cada comunidad autónoma, siendo Andalucía (210,5 M€), Catalunya (150 M€), la Comunitat Valenciana (104,3 M€) y Madrid (102,4 M€) las que han recibido mayor financiación, concentrando cerca del 57 % del total, en línea con su peso poblacional y la dimensión de sus sistemas educativos.

Gracias a esta estrategia, más de 437.000 estudiantes de entornos vulnerables recibieron dispositivos con conectividad, se digitalizaron más de 240.000 aulas en centros públicos y concertados, y más de 700.000 docentes han recibido formación en competencias digitales.

Pantallas para todos, pero con nuevas preguntas

Sin embargo, aunque estas acciones han sido bien orientadas en el ámbito educativo, La Sociedad Española de Neurología ha advertido sobre los riesgos de la sobreexposición a pantallas entre los jóvenes, y un estudio realizado por la Universidad Politécnica de Madrid, apunta que el uso intensivo de dispositivos puede afectar la capacidad de concentración del alumnado, una habilidad esencial para el aprendizaje profundo.

En este contexto, cobra mayor relevancia el modelo tradicional de educación, con interacción directa entre profesor y alumno, el uso de materiales físicos como libros, cuadernos y lápices en un enfoque más pausado y reflexivo en el proceso de aprendizaje, que favorece la atención sostenida y el pensamiento crítico.

Ante esta situación, la Asociación del Sector de la Papelería ha expresado su preocupación por el abandono de las metodologías tradicionales. “Es necesario recuperar el valor pedagógico de lo analógico: la escritura a mano, los libros físicos y la interacción personal son insustituibles para el desarrollo cognitivo y emocional del alumnado”, ha señalado su presidente, Josep Buixeda.

Mirada comparada: hacia una digitalización reflexiva 

A nivel internacional, algunos países han empezado a ajustar sus estrategias ante los retos de la digitalización educativa. Finlandia, por ejemplo, ha apostado por una integración tecnológica gradual, equilibrada con el desarrollo cognitivo y social del alumnado. Otro ejemplo es Suecia, que ha decidido revisar los planes de digitalización de las aulas, apostando por el mundo tradicional de los libros de texto. También, Corea del Sur —que aplicó una digitalización intensiva— ha rediseñado parte de sus políticas educativas para mitigar efectos negativos sobre la salud mental de los estudiantes, incluyendo programas para reducir el uso excesivo de pantallas.

Hacia un modelo pedagógico equilibrado

 En este contexto, el Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes ha querido reafirmar su compromiso con una digitalización que no solo modernice la infraestructura educativa, sino que también potencie el aprendizaje significativo, el desarrollo cognitivo y las habilidades socioemocionales del alumnado. El reto de los próximos años será consolidar un modelo pedagógico que utilice las tecnologías como aliadas, sin desplazar metodologías tradicionales centradas en la reflexión, el pensamiento crítico y la cooperación entre estudiantes.

La evaluación externa del plan de digitalización del Gobierno, prevista para 2026, permitirá analizar con profundidad los efectos reales de estos programas sobre el aprendizaje y el desarrollo integral del alumnado. Mientras tanto, el Gobierno insiste en que la digitalización debe ser entendida como una herramienta complementaria que contribuya a una educación de calidad, inclusiva y preparada para los desafíos del futuro.

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