“Dónde has estado”, “con quién”, “a qué hora llegas”, “cuánto te queda”, “tienes que venir, si no yo no puedo hacer tal cosa…” O a veces simplemente no se dice nada, no hay una organización, una planificación de algunas bases fundamentales por temor a la reacción del otro. Al final se terminan haciendo daño, produciendo un fastidio que aparentemente es absurdo, que hubiera sido tan fácil de evitar, pero que en realidad nos habla de otras cosas. En las relaciones de pareja se ponen en juego muchas veces la necesidad recíproca de controlar al otro, donde la sombra de la infidelidad se cierne constantemente, también la dificultad por soportar la incertidumbre y las modificaciones en la relación en las diferentes etapas y la evolución personal de cada uno/a, sus deseos y necesidades, más allá de una moral que te dicta lo que hacer sin tenerte en cuenta. También pueden aparecer fantasías de separación, de catástrofe, de que algo malo va a pasar…. que corresponden a algo que se ha perdido, a una decepción, a algo que resulta no ser como se esperaba. Es necesario transformar la capacidad de sustitución: reformular y redimensionar la relación de pareja, y la relación con uno mismo/a.
“¿Qué puede pasar si conoce a otro/a y le gusta más que yo? ¿Y si todo cambia?¿ no estamos bien como estamos?” Preguntas a veces que se hacen sin hacer, pero que en la manera de relacionarse, en formas que una y otra vez se justifican, muestran de fondo esto, los miedos, las inseguridades que están relacionados con su deseo.
A veces hay parejas que se agarran a una seguridad ilusoria y construyen sin saberlo, dos gárgolas petrificadas en un palacio con rejas. Yo renuncio a esto y tú también tienes que hacerlo a esto otro. La mayor traición es renunciar a nuestro deseo, y con deseo me refiero al deseo que nos construye, que nos hace producir una vida con unas huellas propias, con nuestra propia identidad, un lugar propio, no para el deseo de los demás, para lo que “debe ser” o “nos mandan”, sino para construir un camino posible para ti, un lugar en el que poder desarrollarte, encauzar tu deseo, el motor de tus pasos. Si te amoldas a un molde no te descubres, te asientas, te petrificas.
Los síntomas en la pareja, los conflictos, la apatía sexual, la angustia…muestran cómo también se traicionan, cómo renuncian a sí mismos en pos de un ideal, una moralina recetada que no les sirve. Y empiezan a controlarse, porque esa moralina les pertenece, ese ideal y terminan por no conocerse, por aplicar restricciones, obligaciones, intentando teledirigir, reprimir, vaya que no sea como tanto había esperado. La vida así, es sufrimiento y represión.
Trabajar con un Psicoanalista terapeuta de parejas permitirá la posibilidad de modificar algo, de recuperar el deseo de vivir, de crear, de no temer tanto a la vida. No te adaptes ni te amoldes, vive, crea tu propia pareja, tu propia vida, tu propia historia, sin olvidarte del mundo y del deseo, de los proyectos y el trabajo para hacerlo posible. Abordamos todos esos conflictos en ti para que puedas dejar de controlarte y respirar, vivir en el deseo sin esa angustia. No somos sin otros.
Controlar al otro también es una proyección de mi propio control, algo que no quiero que en mí se transforme, encontrarme con algo que no tolero de mí, mis propios deseos proyectados, desplazados, descubrir que en la vida no hay un todo, siempre algo falta, no es el otro, ni la otra lo que me completan. Es más, no hay nada que pueda hacerlo, porque el motor de nuestra vida es el deseo, transformarnos, los proyectos de vida, en el amor. En el camino es que amamos, conversamos, convivimos, respetando y sabiendo que el otro/a no me pertenece. No somos uno. Hay formas dañinas de relacionarse con uno mismo y los demás. Dejémonos de ideales y conócete, produce tu propia historia y relaciones basadas más en la comunicación, la escucha, el goce…Sin control no es descontrolado, es dejarse llevar en el proyecto de vida.
Laura López, Psicóloga-Psicoanalista
Terapia de pareja
