La adicción no siempre llega gritando
A veces entra calladita, con buena cara. Se disfraza de escape, de alivio rápido, de “una vez no hace daño”. Y pum… cuando menos lo notas, ya no sabes si elegís o si es ella la que te está manejando.
No solo es una sustancia. Puede ser una persona, una pantalla, una emoción que se vuelve rutina. Es esa cosa que te atrapa suavecito pero después te aprieta fuerte. Y sí, te hace sentir bien… pero solo un rato. Después deja un vacío raro, como una resaca emocional que no se cura con dormir.
Y no, no es debilidad. Es humano. Todos tenemos algo que usamos para tapar lo que no queremos sentir. El tema es que cuando eso se vuelve lo único que calma, ahí empieza el lío.
Pero también hay salida. Y no siempre es épica, ni perfecta. A veces empieza con decir “necesito ayuda”, o con contárselo a alguien que no te juzgue. A veces empieza con solo darte cuenta. Y eso ya es un acto de coraje brutal.
Porque nadie está roto sin arreglo. Nadie está solo del todo. Y aunque la adicción te haga creer que no podés vivir sin eso, la verdad es que sí podés. Solo que el camino no es recto, ni fácil… pero es real.
Y vale cada paso.
@María José Luque Fernández
@Dibujo realizado por María José Luque Fernández