Juicio por el Clima – Cambio de Rumbo

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Coincidiendo con la fecha de movilización internacional convocada por Fridays for Future, el 24 de septiembre salimos de nuevo a las calles con acciones repartidas por todo el estado español. Esta vez, sumamos nuestras voces y nuestra movilización al Juicio por el Clima; un litigio climático presentado en junio contra la inacción del Gobierno.

¿Por qué?

  1. La crisis climática ya está aquí. El 9 de agosto se publicaba la primera parte del sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), en el que se confirma lo que ya nos temíamos; la emergencia climática sigue avanzando con consecuencias nefastas para quienes habitamos la tierra. Tras el shock que supuso el coronavirus seguido por un verano que ha evidenciado la devastación provocada por fenómenos meteorológicos extremos, queda clara la urgencia de actuar ante una crisis climática que ya no es futura sino presente.
  2. El Gobierno español está incumpliendo sus compromisos climáticos. Las políticas de resiliencia y recuperación que impulsa el Gobierno español de la mano de las grandes empresas transnacionales suponen la continuidad de la misma senda que nos ha conducido a la presente emergencia climática: el crecimiento económico. Una lógica que prioriza el beneficio económico de las grandes empresas por encima del bienestar social y ecológico, profundizando el extractivismo, la precariedad laboral, la exclusión social y el deterioro de los territorios. Una prueba de ello son el uso de los Fondos Europeos NextGeneration por parte del Gobierno español, que está priorizando la resiliencia de las grandes corporaciones industriales, responsables de la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero, por encima de la resiliencia de las poblaciones, cada vez más empobrecidas, o de los territorios, con los ecosistemas cada vez más degradados.
  3. El IPCC es claro: el capitalismo es insostenible. Más allá de lo obvio, de que es un sistema injusto, por todas las desigualdades que genera, ahora la comunidad científica nos advierte, a través de las últimas filtraciones del sexto Informe del IPCC publicadas en Ctxt, de que el capitalismo es un sistema insostenible desde el punto de vista biofísico. O salimos pronto de su lógica crecentista o se derrumbará sobre las mayorías sociales, provocando un enorme dolor social que, en cierta medida, aún estamos a tiempo de evitar.
  4. El IPCC es contundente: urge cambiar el sistema económico, no el clima. Lo que pone de manifiesto estas últimas filtraciones del IPCC es que para evitar un caos climático que lleve a la extinción de nuestra especie (o que acabe con buena parte de ella) resulta imprescindible abandonar el sistema socioeconómico actual que obliga a las economías a crecer continuamente. En otras palabras, poner fin al capitalismo. El IPCC considera que el decrecimiento de la esfera económica, material y energética es clave para mitigar el cambio climático, lo que requiere de un cambio radical del objetivo de nuestras economías, que deben de huir del productivismo para virar hacia una gestión racional y democrática de los recursos limitados y menguantes, para ser capaces de redistribuirlos de forma equitativa y satisfacer las necesidades de las mayorías sociales.
  5. La sociedad civil organizada debemos usar todos los mecanismos a nuestra disposición para avanzar hacia el cambio sistémico. Sabemos que la transición ecológica no será justa ni legítima si se prescinde de la participación ciudadana, y, por ello, necesitamos herramientas de cogobernanza y democracia participativa de eficacia demostrada como las Asambleas Ciudadanas. En estos momentos, el Gobierno de España plantea una Asamblea Ciudadana que no cumple con los mínimos exigidos por la OCDE ni por la sociedad civil: con un proceso de reclutamiento profundamente sesgado, una virtualidad que limita la accesibilidad o una pregunta que no incluye objetivos de descarbonización acotados en el tiempo. ¿Cuáles serían las consecuencias para la Unión Europea si una de sus mayores economías no muestra liderazgo a la hora de abordar la crisis climática, que amenaza a nuestra civilización, y presenta una Asamblea Ciudadana que no puede ser denominada como tal? Construir una Asamblea Ciudadana con una metodología rigurosa, objetivos reales y representatividad incuestionable fue el compromiso que adquirió un Gobierno que, de no rectificar a tiempo, estará incumpliendo su palabra. Exigimos una Asamblea Ciudadana real y a la altura de las necesidades de un presente que se nos escapa.
  6. Son nuestros derechos fundamentales. Las respuestas de los gobiernos a la COVID19, nos hacen ver que no es cierto que no exista capacidad de maniobra para revertir situaciones de pobreza e injusticia social y poner en marcha mecanismos mucho más efectivos para afrontar la crisis ecológica. Este juicio no va solo de clima y objetivos de reducción de emisiones. Se trata de la ciudadanía exigiendo al Poder Judicial que haga su trabajo, salvaguardando nuestros derechos fundamentales y los de generaciones futuras. Acudimos a la justicia para que haga cumplir aquello que la sociedad en su conjunto demanda y que necesitamos con urgencia: luchar contra la pobreza energética y garantizar una transición ecológica justa que no deje a nadie atrás.
  7. ¿Cómo se materializa el cambio sistémico comentado a nivel local, en la ciudad y provincia de Málaga? 20 objetivos territorializan dicha transformación en Málaga. 20 demandas que debemos cumplir todos los agentes socio-económicos, a todos los niveles, con responsabilidad compartida pero diferenciada, según la implicación de cada cual en el problema y su capacidad de actuación. Demandas basadas en la ciencia (reducción drástica de emisiones), comunicación y democracia (contar la verdad, asambleas ciudadanas), cambio cultural (educación ecosocial, sanidad preventiva, cultura libre, pensamiento crítico, cuidados, igualdad, derechos humanos, acogida, diversidad y alegría) y justicia social (transición socio-económica justa, renta básica universal). Demandas en torno a palancas como las soluciones basadas en la naturaleza, economía local, agricultura y ganadería agroecológica, o el turismo responsable. Nos oponemos de frente a aberraciones crecentistas como: el soterramiento del tráfico del eje litoral o la ampliación del aeropuerto; el hotel-rascacielos del puerto o los grandes complejos turísticos en zonas protegidas como el de Maro; las grandes torres proyectadas en los antiguos terrenos de Repsol; las talas sin sentido de árboles y plantas como las de la Cala del Moral o Martiricos; el embovedado del río Guadalmedina; la incineradora contaminante de la Araña o la central energética de gas de Campanillas; los mega parques de renovables centralizadas en el medio rural como el del Valle de Río Grande, o las depuradoras en zonas agroecológicas como la Vega Mestanza. Abogamos fervientemente por alternativas transformadoras que protejan las zonas naturales restantes como Arraijanal, Maro, la desembocadura del Guadalhorce, los Baños del Carmen o Sierra Bermeja; desurbanicen y renaturalicen la ciudad, ríos, zonas costeras y periurbanas, como el Bosque Urbano de Málaga, la reforestación de los montes de Málaga, la renaturalización del Guadalmedina, el anillo verde de la Bahía de Málaga, el de Churriana, el Corredor Verde Interurbano del Rincón de la Victoria, La Gran Senda o Málaga Respira; reduzcan la demanda energética mediante concienciación, ahorro, rehabilitación y eficiencia energética; fomenten el autoconsumo solar comunitario; y faciliten una movilidad realmente sostenible que reduzca los vehículos privados contaminantes a través de zonas de bajas emisiones, y priorice al peatón, bicicleta y transporte público.
  8. Ganar este Juicio por el Clima y Cambiar de rumbo es clave para Málaga y Andalucía. En su huida hacia el abismo, el capitalismo global está definiendo a Andalucía como zona de sacrificio. Las actuales políticas de mitigación del cambio climático, lejos de conseguir los objetivos de reducción de emisiones necesarios, se están convirtiendo en una nueva burbuja, esta vez de megaproyectos de producción energética a partir de fuentes renovables y de nuevos proyectos de extracción minera que amenazan nuestros recursos naturales y áreas de alto valor ecológico, agrícola, paisajístico, social y cultural. Lo que demuestra, una vez más, que a este sistema ni le preocupa nuestros territorios, ni la ciudadanía que los habita. Por ello, ganar este juicio es clave para desmontar estos planes ecosuicidas y avanzar hacia una verdadera transición energética justa y sostenible a través del desarrollo de un modelo energético distribuido, basado en la democratización energética, la planificación, la zonificación y la ordenación, que cuente con la participación ciudadana.

No tenemos dudas. Es el momento de trazar un relato que una todas las luchas posibles otra vez. Hay ganas de reencontrarnos en el espacio público. Volver a sentir las calles para intentar evitar el rumbo de colisión al que las élites ciegas y la mano invisible nos van a llevar si no hacemos algo para impedirlo.

Una vez más, os esperamos en las calles.

 

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