Noruega se comprometió este jueves a luchar contra el odio, al cumplirse el décimo aniversario de los atentados perpetrados por el extremista de ultraderecha Anders Behring Breivik que dejaron 77 muertos.
«El odio no puede quedar sin respuesta», declaró la primera ministra noruega Erna Solberg durante el primer homenaje de la jornada, que tuvo lugar cerca de la sede del Gobierno en Oslo.
Fue allí donde Breivik comenzó su matanza haciendo explotar una potente bomba de 950 kilos que dejó 8 muertos. Después, disfrazado de policía, abrió fuego en la pequeña isla de Utoya contra una reunión de la Liga Laborista Juvenil (AUF), dejando 69 víctimas, la mayoría adolescentes.
Solberg, que habló ante supervivientes y familiares de las víctimas, destacó los avances desde hace 10 años de los servicios de seguridad en su lucha contra todas las formas de extremismo.
«El muro de contención más importante es el que tenemos que construir en cada uno de nosotros», dijo la dirigente conservadora. «Para reforzar el muro contra la intolerancia y los discursos de odio», añadió.
Breivik, autor de los ataques, fue condenado en 2012 a 21 años de prisión, una pena que puede prorrogarse indefinidamente, y pasará probablemente el resto de su vida encarcelado.
Pero ha tenido seguidores: su sombra se cierne sobre varios atentados, incluidos los dirigidos contra mezquitas, como el de Christchurch, Nueva Zelanda, que dejó 51 muertos.
«Las ideas de extrema derecha que inspiraron el ataque siguen siendo una fuerza motriz para los extremistas de derecha en el país y en el extranjero y han inspirado varios ataques terroristas en la última década», advirtió esta semana el servicio de inteligencia noruego (PST).