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Ecología y medio ambiente

Al final de la Edad de Hielo la Antártida se derritió seis veces más rápido que ahora

Al final de la Edad de Hielo la Antártida se derritió seis veces más rápido que ahora

Las nuevas capas de hielo que rodeaban la costa de la Antártida se derritieron a velocidades de hasta 50 metros diarios al final de la última Edad de Hielo -hace unos 12.000 años-, unas seis veces más rápido que las tasas de deshielo observadas actualmente mediante satélites.

Así se desprende de un estudio dirigido por el Instituto Scott de Investigación Polar de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y publicado en la revista ‘Science’. Los investigadores utilizaron patrones de crestas onduladas en el fondo marino antártico para calcular la rapidez con la que el hielo se retiró hace cerca de 12.000 años.

Las crestas se produjeron donde la capa de hielo comenzó a flotar y fueron causadas por el hielo que exprimía el sedimento en el fondo marino a medida que ondulaba hacia arriba y hacia abajo con el movimiento de las mareas. A unos 60 metros sobre el fondo del mar, un vehículo submarino autónomo (AUV) tomó imágenes sin precedentes de esos accidentes geográficos con una resolución inferior a un metro.

Aunque los satélites modernos pueden recopilar información detallada sobre las tasas de retirada y adelgazamiento del hielo alrededor de la Antártida, los datos sólo se remontan a hace unas pocas décadas. El cálculo de la velocidad máxima a la que una capa de hielo puede retirarse, gracias a esas crestas del fondo marino, revela tasas de deshielo históricas que son unas 6,25 veces más rápidas que las de ahora.

«Al examinar la huella pasada de la capa de hielo y observar conjuntos de crestas en el fondo marino, pudimos obtener nueva evidencia sobre las tasas máximas de retirada de hielo en el pasado, que son mucho más rápidas que las observadas hoy incluso en las partes más sensibles de la Antártida», apunta Julian Dowdeswell, director del Instituto Scott de Investigación Polar y autor principal del estudio.

ROMPEHIELOS HUNDIDO

El trabajo se llevó a cabo como parte de la Expedición del Mar de Weddell, que se inició a comienzos de 2019 para emprender un programa científico y encontrar el rompehielos ‘Endurance’, dirigido por sir Ernest Shackleton y que se hundió en 1915 al quedarse atrapado entre placas de hielo.

Aunque las condiciones del hielo marino en ese momento impedían que el equipo adquiriera imágenes del legendario naufragio, los investigadores pudieron continuar con su trabajo científico, incluido el mapeo del fondo marino cerca de la plataforma de hielo Larsen, al este de la Península Antártica. Con drones, satélites y AUV, pudieron estudiar las condiciones del hielo en el mar de Weddell con detalles sin precedentes.

Sus objetivos fueron investigar la forma y el flujo presente y pasado de las plataformas de hielo, que son enormes secciones flotantes de hielo que bordean alrededor del 75% de la costa antártica, donde actúan como un contrafuerte contra el flujo de hielo del interior.

Al igual que gran parte del resto del hielo en las regiones polares, estos contrafuertes se están debilitando en algunas partes de la Antártida, como se vio dramáticamente en las plataformas de hielo Larsen A y B, que colapsaron rápidamente en 1998 y 2002, cuando aproximadamente 3.200 kilómetros cuadrados de hielo se fragmentaron y colapsaron en poco más de un mes.

Las plataformas de hielo están adelgazando actualmente porque las corrientes de agua relativamente cálidas las están devorando desde abajo, pero también se están derritiendo desde la cima a medida que aumenta la temperatura del aire en verano. Ambos efectos las debilitan y los glaciares fluyen más rápido hacia el mar.

Gracias a un AUV, el equipo pudo recopilar datos sobre las fluctuaciones históricas de la plataforma de hielo a partir del registro geológico de la plataforma continental antártica.

«Al examinar los accidentes geográficos en el fondo marino, pudimos hacer determinaciones sobre cómo se comportó el hielo en el pasado», apunta Dowdeswell, quien fue el científico jefe de la Expedición del Mar de Weddell y añade: «Sabíamos que estas características estaban allí, pero nunca antes habíamos podido examinarlas con tanto detalle».

10 KILÓMETROS AL AÑO

El equipo identificó una serie de delicadas crestas onduladas en el fondo marino, cada una de apenas un metro de altura y separadas entre 20 y 25 metros, que datan del final de la última gran deglaciación de la plataforma continental antártica, hace aproximadamente 12.000 años.

Los investigadores creen que esas crestas se formaron en lo que antes era la línea de conexión a tierra: la zona donde la capa de hielo a tierra comienza a flotar como una plataforma de hielo.

Dedujeron que estas pequeñas crestas fueron causadas por el hielo que se movía hacia arriba y hacia abajo con las mareas, comprimiendo el sedimento en patrones geológicos bien conservados -como los peldaños de una escalera-, a medida que el hielo se retiraba.

Suponiendo un ciclo estándar de 12 horas entre la marea alta y baja, y midiendo la distancia entre las crestas, los investigadores pudieron determinar la velocidad del deshielo costero de la Antártida al final de la última Edad de Hielo. Calcularon que el hielo retrocedía entre 40 y 50 metros por día, una tasa que equivale a más de 10 kilómetros por año.

En comparación, las imágenes satelitales modernas muestran que incluso las líneas de puesta a tierra de retirada más rápida en la Antártida hoy, por ejemplo, en Pine Island Bay, son mucho más lentas que estas observaciones geológicas, con tasas de 1,6 kilómetros por año.

«El entorno marino profundo es en realidad bastante tranquilo frente a la Antártida, lo que permite que características como éstas se conserven bien a lo largo del tiempo en el fondo marino», recalca Dowdeswell, que concluye: «Ahora sabemos que el hielo es capaz de retirarse a velocidades mucho más altas de lo que vemos hoy. Si el cambio climático continúa debilitando las plataformas de hielo en las próximas décadas, podríamos ver tasas similares de retirada, con profundas implicaciones para la subida del nivel global del mar».

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