Puesto que la clave para desactivar la furia, es reconocerla,
hay que empezar cuestionando la propia emoción negativa
que nos domina.Si la reconocemos y etiquetamos,evitaremos
que intoxique el pensamiento, el cual terminará derivando en
acciones de consecuencias indeseables.
Primero: hacernos conscientes cuando el acto está sucediendo.
Segundo:tomar conciencia del acto mismo.Tercero: atrapar el
pensamiento cuando está surgiendo.Este no es muy sólido, pero
si lo suficiente para que lo veamos. Sentados en silencio, podemos
observar nuestros pensamientos, como surgen, como toman
forma, como se quedan, como hacen su nido, y como después
nos abandonan.Cuarto: hay que actuar antes de que el mismo
se produzca,. es decir, cuando es un sentimiento.
Cuando aprendamos a gobernar o dominar estas cuatro
dificultades, conseguiremos un control absoluto sobre la
ira, con lo cual no tendremos que invertir energías en
“deshacer entuertos”.
