Arte para profanos: «La jóven ciega» John Everett Millais, 1856

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Pongámosle color a la vida, que se acerca la Navidad, que se encienden las luces en calle Larios…

Y si se trata de color, qué ejemplo más bonito que esta preciosa pintura, obra de unos de los fundadores de la hermandad prerrafaelista: John Everett Millais (1829-1896).

A la vista está que Millais era un enamorado de los detalles y del colorido en sus obras. En esta, el artista tuvo intención de abordar el problema social de los minusválidos, representado, en este caso, con la imagen de la joven ciega, acompañada de una niña (quizá su hermana pequeña), que le hace de lazarillo. En el cuello lleva un cartelito: “Compadézcanse de la ciega”.

La belleza de la joven, que no puede ver, pero sí sentir el escenario limpio y sublime que la rodea, se complementa con la belleza del paisaje de pastos y nubes negras, con colores más intensos después de la tormenta. En la simbología cristiana, el arcoíris doble del fondo encarna tanto protección como sosiego. Y la mariposa en su hombro simboliza resurrección, esperanza.

A pesar de la carencia de la visión y de las penurias materiales (sus ropas se muestran raídas y pobres) el autor quiere dignificar su situación, dándole a la protagonista una serena dignidad, creando así una escena más de ternura que de tristeza.

Millais presentó esta obra en la Academia de Liverpool y consiguió ganar el premio de 50 libras. Hoy día, estoy seguro que un almanaque para 2019 con esta imagen, en una campaña publicitaria de la ONCE, arrasaría y el autor se haría influencer y supermillonario. De todas formas, a Millais le llegó la fortuna de otra forma.

Effie Gray era la esposa del más afamado crítico de arte de la época, John Ruskin, quien defendía fervientemente la obra de los llamados pintores prerrafaelistas. Tanto le gustaba al marido el arte de Millais, que llegaron a intimar con el artista. Su esposa le sirvió de modelo para algunas obras. En 1854, con la intención de que le hiciera un retrato en las Tierras Altas escocesas, Ruskin invitó a Millais, que viajó junto al matrimonio.

Allí permanecieron varios meses. Ruskin vivía muy encerrado en sí mismo y se mantenía muy distante de su mujer. Ello hizo que ella y el artista se juntaran e intimaran en interminables paseos por el campo. Así se fueron descubriendo y confesándose en sus secretos. Más bien, en el secreto de ella, que guardaba celosamente en su interior: en sus 6 años de casada, nunca había consumado su matrimonio. No entendía el rechazo de su marido. Una vez de vuelta a Londres, enamorada del artista, Effie se atrevió a solicitar el divorcio.

Convencer a los abogados los motivos por los que pedía la nulidad del matrimonio fue una difícil tarea, pues nadie podría creer que el afamado crítico no hubiera tocado a su mujer en tantos años; eso era como poner en entredicho su hombría. Posteriormente, Ruskin se disculparía de ello: “Puede parecer extraño que yo sea capaz de abstenerme de una mujer que a la mayoría de las personas les parece atractiva. Pero aunque su cara era bonita, su persona no estaba formada para excitar la pasión”.

El caso es que él nunca volvió a casarse. Años después intentó comprometerse con una joven adolescente. Los padres de esta chica escribieron a Effie preguntándole por su anterior marido y ella les contestó que fue un marido opresivo. Así, el compromiso fue rechazado.

Effie Gray y John Everett Millais se casaron en 1855. Se establecieron en Perth, Escocia, y no hay duda que ella sí excitaba mucho más que la pasión en su nuevo marido, pues tuvieron 8 hijos, se convirtió en su principal apoyo y su matrimonio duró más de 40 años, hasta la muerte de él, en 1896. Ella le sobrevivió año y medio.

Una vez casada su exmujer con el artista, para Ruskin, la pintura de Millais fue considerada una catástrofe. En cambio, el artista, aconsejado por su ya esposa, entró en una etapa artística mucho más comercial, alejada de la corriente prerrafaelista, pero más asequible para vender más y conseguir más ingresos para su recién formada familia.

Millais nunca permitió que su esposa, su musa, permaneciese oculta bajo su sombra y siempre le permitió colaborar en sus obras, reconociendo su valor ante sus conocidos. En esta pintura, Effie es la modelo de la joven ciega, y lo volverá a ser más veces en el futuro. En cambio, para la escandalizada sociedad victoriana, el hecho de ser siempre considerada una divorciada le menoscabó mucho su reputación, lo cual no sucedió en el caso de John Ruskin, su exmarido.

Posteriormente, la biografía de John Everett Millais será escrita por uno de sus hijos, el también pintor John Guille Millais. Sobre Effie Gray y el triángulo amoroso que supuso su relación con Ruskin y Millais se han escrito novelas, compuesto una ópera e incluso se filmó una película en 2014.

Bonito color el de esta historia, que ni fue tan triste como la mayoría de las historias alrededor del arte, ni careció de un final feliz.

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