Recuerdo que lloré muchísimo por el asesinato de Miguel Ángel Blanco. También sentí, lamenté, gran dolor por todas las demás víctimas. Así, en Málaga nuestro enorme pesar por el atentado a Martin Carpena. Una semana antes estuvimos con él en la playa de Huelin, junto a otros grupos políticos, con armonía y agrado. No podíamos ni imaginar lo que sucedería días después.
En nuestra memoria ese tremendo y sangriento atentado de Hipercor, el que más víctimas causó. Y tantos otros asesinatos de civiles, políticos, ciudadanos, familias destrozadas, hogares con niños pequeños gravemente afectados.
Yo estaba en Bilbao cuando ETA comenzó a instalar el miedo, dolor, aún estando en vida el dictador. Tiempos revueltos que se reflejaban en el ambiente aunque siempre recordaré, con cariño, en plena adolescencia, a la buena gente y vecinos que de verdad encontré. Y allí ser amigo/a no era cualquiera, me refiero al concepto.
En otro orden, y por otros motivos aún sin esclarecer, también sufrimos y lloramos en Málaga por el asesinato de Caparrós en un día muy especial para Andalucia.
Creo no hay que hacer distinciones entre víctimas, pues con sinceridad, como decimos por aquí y escuchaba a mi mamá: “¿qué dedo me corto que me duela menos?”
Polémica hoy con Carmena y por otra cuestión también con Ada Colau. Ahora, sometidas a la presión mediática. No deberían en el caso de Carmena acusar de partidismo, aunque quizás la vida de Miguel Ángel Blanco sensibilizó y emocionó más a todos, la forma, el fondo, esos largos días de angustia a tope.
Ambas, es mi opinión, son dos buenas alcaldesas, al frente de las grandes metrópolis, gestionando con benevolencia y honestidad los ayuntamientos más saneados, Por ahora. Que tomen ejemplo algunos.